La sobrepresión generada por las diferencias de
densidad en la corteza que se encuentra debajo de un supervolcán podría
provocar una gran erupción.
La probabilidad de que se produzca este
fenómeno es mayor de lo que se creía.
Antes los científicos creían que muchas de las erupciones de supervolcanes
requerían que se registraran terremotos para romper la corteza de la
Tierra, de tal forma que el magma pudiera salir.
Sin embargo, un estudio
reciente llevado a cabo por un equipo de científicos de Suiza, Francia y
Reino Unido sobre la roca fundida dentro de un supervolcán inactivo bajo el Parque Nacional de Yellowstone , en Estados Unidos, ha revelado que el magma puede aflorar como resultado de una sobrepresión.
"El
efecto es comparable a la flotabilidad de un balón lleno de aire bajo
el agua que es impulsado hacia arriba", reza parte del estudio publicado
en la revista 'Nature Geoscience'.
Afortunadamente, los análisis aseguran que en la actualidad ninguno de
los supervolcanes conocidos entrará en erupción en un futuro cercano.
El
grupo de científicos ha analizado el magma de la caldera de Yellowstone
(una caverna subterránea de 55 kilómetros de ancho que contiene entre
200 y 600 kilómetros cúbicos de roca fundida) y encontraron que su
densidad disminuye significativamente a altas temperaturas y a altas
presiones subterráneas.
Las variaciones de la densidad entre el magma y la roca que rodea el
supervolcán hace que la lava dentro de la caldera pueda generar fuerzas
suficientemente grandes como para romper la corteza terrestre,
permitiendo que la roca fundida y las cenizas entren en erupción desde
la superficie.
La prevención de una erupción supervolcánica no es
posible, pero los científicos tratan actualmente de idear métodos para
controlar la presión del magma subterráneo.
No son volcanes grandes
Los supervolcanes no son exactamente 'volcanes voluminosos' sino más
bien una gran acumulación subterránea de magma, cuya erupción
representaría la segunda mayor catástrofe a nivel planetario después del
impacto de un asteroide.
En el pasado han sido responsables por
extinciones en masa, así como del enfriamiento global a largo plazo, ya
que la ceniza expelida que se mantiene en el aire impide pasar a la luz
del Sol. La última erupción de semejante envergadura se cree que
ocurrió hace unos 74.000 años en el lugar que hoy conocemos como Sumatra
(Indonesia).
Las cenizas bloquearon el Sol entre seis y ocho años, lo
que dio lugar a un período de enfriamiento en todo el planeta que duró
unos mil años.
Los científicos predicen que una erupción de un supervolcán causaría que
las temperaturas globales disminuyeran unos 10º centígrados durante
aproximadamente una década, lo que cambiaría notablemente la vida en la
tierra.
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