FLICKR
El simposio de cardio-oncología que se celebra estos días destaca que el daño es reversible si se detecta a tiempo
La tasa de supervivencia de los pacientes con cáncer se ha
incrementado en los últimos años, hasta llegar al 90% de curación en
algunos casos o a convertirse en una patología crónica en otros. Esto ha
permitido detectar problemas que antes pasaban inadvertidos. Uno de
ellos, que ha merecido atención preferente en el último congreso de la
Sociedad Americana de Oncología Clínica, es el efecto tóxico para el
corazón de algunos de los tratamientos para vencer el cáncer.
En algunos casos el riesgo de complicaciones
cardiovasculares a largo plazo se triplica y muchas veces aparecen
varios años después de que el paciente haya vencido el tumor,
disminuyendo su calidad de vida. De hecho la toxicidad cardiovascular
por los tratamientos oncológicos es la causa más frecuente de mortalidad
en mujeres que sobreviven a un cáncer de mama o a un linfoma de
Hodgkin.
Para atajar esas complicaciones y alertar a los
especialistas en oncología y cardiología de los retos en el tratamiento
de los pacientes con cáncer, la Sociedad Española de Cardiología y la
Fundación Española del Corazón, junto con la Fundación Ramón Areces y la
participación de la Sociedad Española de Oncología Médica han
organizado el I simposio internacional de cardio-oncología.
Más de 300 especialistas de varios países debatirán sobre
la mejor manera de cuidar a los pacientes oncológicos y la necesidad de
detectar precozmente los problemas cardiacos por la toxicidad de la
quimio y radioterapia para las céluas del corazón. Y es que la
cardiotoxicidad secundaria al tratamiento oncológico es una causa
evitable de insuficiencia cardiaca y casi en un 80% de los casos la
detección y el tratamiento precoz mejora la supervivencia libre de
complicaciones de las personas que han vencido al cáncer. Por el
contrario, si se interviene cuando los síntomas afloran, la probabilidad
de recuperación completa se reduce a pesar de recibir un tratamiento
óptimo.
Cuando un paciente llega a una unidad de oncología,
lógicamente la atención se centra en el tratamiento del cáncer, pero se
cuida poco la parte cardiovascular. “Esa es la realidad del 80% de los
centros en España, e incluso en Estados Unidos, donde existen unidades
específicas de cardio-oncología. En algunos casos, los facultativos
aconsejan abandonar el tratamiento de patologías cardiovasculares
previas.
Es cierto que estos pacientes, con el tratamiento oncológico, a
veces tienen alteraciones, como bajadas de tensión o más cansancio.
Hasta ahora se interpretaba que parte de estos problemas podían deberse a
los fármacos habituales para tratar las patologías cardiacas o la
hipertensión. Sin embargo, en muchos casos pueden resolverse ajustando
la medicación a la nueva situación del paciente, sin necesidad de
suspenderla”, advierte la doctora Teresa López, del Servicio de
Cardiología del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, y coordinadora
del programa científico del simposio.
Y es que, “la mayoría de los fármacos que toman los
pacientes para regular su tensión arterial protegen el corazón de los
efectos secundarios de la quimioterapia. Tal vez haya que reducir la
dosis, para que siga el efecto protector sin producir bajadas de tensión
arterial importantes”, explica López.
De igual forma no controlar el colesterol durante el
tratamiento, descuidar la alimentación o prescindir del ejercicio físico
tienen consecuencias para el corazón, y puede acarrear problemas años
después. De hecho, explica la doctora López, “la creación de la Unidad
de Cardiooncología de La Paz, la única especializada en España, tiene su
origen en los problemas clínicos que estábamos encontrando en los
supervivientes de cáncer. Encontrábamos pacientes de 50 años que, diez
años después de vencer un cáncer de mama,
llegaban con insuficiencia
cardiaca grave y con pérdida de fuerza del corazón severa. Y en ese
caso, aunque las pacientes mejoran, solo hay una recuperación parcial,
pero no una normalización”.
En ocasiones las complicaciones cardiacas aparecen durante
el tratamiento del cáncer, obligando a suspenderlo o modificarlo en un
20% de los casos. Sin embargo, cuando se piensa en la posible aparición
de estas complicaciones y se detectan a tiempo es posible reducirlas sin
que interfieran con con la oncoterapia, explica Juan Carlos Plana,
cardiólogo del Baylor College of Medicine de Houston.
Para la detección precoz hay marcadores específicos, que
ponen sobre la pista de que el corazón empieza a resentirse, a pesar de
que no haya síntomas clínicos. Hay proteínas que se detectan en sangre
(biomarcadores) que cuando se elevan indica que están muriendo células
cardiacas por efecto de la oncoterapia, y delatan la presencia de una
lesión que aún no da síntomas y puede atajarse antes de cause daños
irreversibles.
También hay novedades en técnicas de ecocardiografía, que
permiten medir la deformación del corazón cuando late. “Tenemos la idea
de que el corazón expulsa la sangre juntando sus paredes, y no es así.
Se contrae de la misma forma que escurrimos una bayeta de la cocina, con
una cierta torsión. Y esa torsión da idea de su eficiencia. El
ecocardiógrafo básico no tiene en cuenta esa torsión. Y el corazón tiene
que estar muy afectado para que se detecten las anomalías y en ese caso
el tratamiento es menos efectivo”, explica. Sin embargo, la nuevas
técnicas de ecografía permiten detectar las alteraciones de la torsión
de forma precoz y el tratamiento impide que el corazón sufra un
disfunción ventricular.
El paciente tiene que estar involucrado en este proceso, y
preguntar a su médico por los daños que el tratamiento oncológico puede
producir en el corazón y qué puede hacer para minimizarlo, destaca
Miguel Ángel García Fernández, secretario de la Sociedad Española de
Cardiología. Además debe informar a su oncólogo de sus antecedentes
cardiológicos y otras enfermedades crónicas que aumenten el riesgo
cardiovascular, como hipertensión o diabetes.
En cuanto a los síntomas que puede percibir el paciente
durante el tratamiento oncológico o con posterioridad a este que pueden
delatar que el corazón está siendo afectado, la doctora Pilar Zamora,
oncóloga del Hospital La Paz, destaca papitaciones, taquitardia, aumento
de la tensión arterial, mareos o cualquier otro síntoma que no sepan a
qué atribuir.
Fundamental, destacaron los especialistas, la colaboración
estrecha entre cardiólogos y oncológos y la creación de unidades de
cardio-oncología en nuestro país. Además incidieron en la importancia de
elaborar protocolos que ayuden a controlar factores de riesgo como la
hipertensión, la glucemia, el colesterol y la función cardiaca mediante
técnicas de imagen y biomarcadores. Unos protocolos que son esenciales
para el diagnóstico precoz del daño cardiaco y la mejora de los
resultados cardiológicos de las terapias oncológicas.
Pilar Quijada
http://www.abc.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario