Tiene una masa equivalente a 12.000 millones de soles y su propia existencia supone un desafío para la Ciencia. Se trata de un agujero negro supermasivo que se formó cuando el Universo apenas tenía 875 millones de años
Tiene una masa equivalente a 12.000 millones de soles y su propia existencia supone un desafío para la Ciencia. Se trata de un agujero negro supermasivo
que se formó cuando el Universo apenas tenía 875 millones de años (el
6% de su edad actual) y que se encuentra justo en el centro de un quásar
superluminoso.
De hecho, ese quásar es el objeto más brillante jamás
observado en ese lejano periodo de nuestra historia. El sorprendente
hallazgo se publica esta semana en «Nature».
Se cree que todos los agujeros negros supermasivos se formaron al mismo tiempo que las galaxias,
hace más de diez mil millones de años en el Universo primitivo. Y se
piensa que pudieron alcanzar sus descomunales tamaños a base de
«engullir» enormes cantidades de materia de sus alrededores, un proceso
de «alimentación» que libera suficiente energía como para ser observado
desde la Tierra en forma de objetos extraordinariamente brillantes y que
la Ciencia ha denominado quásars (del inglés «quasi stellar objects»).
Un quásar, pues, no es más que una nube de material que está siendo
engullida por un agujero negro. A medida que el material de la nube
acelera hacia su verdugo, atraído por su gravedad, se va calentando cada
vez más, hasta hacerse extremadamente brillante y luminoso.
Todas y cada una de las galaxias grandes que vemos hoy a
nuestro alrededor albergan en sus centros un agujero negro supermasivo.
Los científicos piensan que todos esos grandes agujeros negros se
formaron cuando el Universo era aún muy joven, y que al principio sus
masas eran pequeñas, entre 100 y 100.000 veces la de nuestro Sol.
Con el
paso de los miles de millones de años desde su lejana formación hasta
la actualidad, sin embargo, algunos de ellos han logrado crecer hasta
alcanzar tamaños gigantescos, incluso de miles de millones de masas
solares, a base de «devorar» materia de sus alrededores o de fusionarse con otros agujeros negros.
Por eso, los agujeros negros más grandes que se han visto,
con masas superiores a los 10.000 millones de soles se encuentran,
generalemente, en el Universo más cercano (la porción de Universo en la
que nosotros nos encontramos) y reciente. Para darse cuenta de la
magnitud de esos auténticos «monstruos espaciales» baste pensar que el
agujero negro que duerme en el centro de nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, «solo» tiene entre 4 y 5 millones de veces la masa del Sol.
Pero encontrar un agujero negro supermasivo de 12.000
millones de masas solares en el Universo primitivo (cuando éste apenas
tenía 875 millones de años) es algo completamente distinto. De hecho,
ninguna teoría actual es capaz de explicar cómo un agujero negro pudo
crecer tanto en un tiempo tan escaso.
Xue-Bing Wu, de
la Universidad de Pekín y autor principal del estudio, se encontró con
el «monstruo» mientras llevaba a cabo un detallado análisis de los
objetos más luminosos y distantes del Universo. Lo primero que vio fue
un quásar «ultraluminoso» (tanto que emite un trillón de veces la
energía del Sol) y cuyo agujero negro central parecía tener un tamaño
desproporcionado, algo muy sorprendente sobretodo porque se formó apenas 875 millones de años después del Big Bang, es decir, cuando el Universo apenas tenía el 6% de su edad actual.
El rápido crecimiento de este agujero negro en un tiempo
tan relativamente breve desafía las teorías existentes. En palabras de
Fuyan Bian, de la Universidad Nacional de Australia y miembro del equipo
de Wu, «la formación de un agujero negro tan grande en tan poco tiempo
es muy difícil de interpretar con las teorías actuales».
A partir de ahora, los investigadores tratarán de explicar
cómo es posible este objeto que, en teoría, no debería de existir. Y
buscarán también si se trata de un fenómeno aislado o si, por el
contrario, existen más agujeros negros descomunales al principio del
Universo.
Al mismo tiempo, sin embargo, el brillo extremo del quásar
que envuelve al «monstruo» ofrece a los científicos una oportunidad
inmejorable para investigar con gran detalle las condiciones del
Universo en aquél distante periodo de su existencia.
foto: Zhaoyu Li (Shanghai Astronomical Observatory)
josé manuel nieves
http://www.abc.es
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