La robot Natasha ha “dado a
luz” doscientos “bebes androides”. Esta máquina trabaja a diario durante
cuatro a seis horas ininterrumpidamente. Tal parece que el parto es
verdadero: con contracciones, dolor, gritos, llanto. Y cada día el parto
de Natasha se complica, hasta el punto de temerse un “desenlace fatal”.
Con
este robot-parturienta los médicos desarrollan los procedimientos de
ayuda en las situaciones más complejas, cuando hace falta actuar
urgentemente.
El profesor de
la cátedra de obstetricia configura en el ordenador el modelo del parto.
Los médicos estudiantes observan a la paciente, determinan su estado,
comprueban su “pulso”. Solo que en este centro es posible “apretar la
tecla de pausa”, detener el proceso de parto y determinar por qué salió
algo mal y luego, corregirlo. Así, los obstetras pueden practicar hasta
el automatismo los procedimientos más complejos.
Los
robots “recién nacidos” también son atendidos, en caso de necesidad,
reanimados. Con especial atención tratan a los androides “prematuros” de
un peso extremadamente bajo. Los médicos rusos han desarrollado un
tramiento para salvar bebes que pesan medio kilo, pero las tecnologías
médicas requieren de un constante perfeccionamiento.
En
las habitaciones de hospital vecinas a la del parto, convalecen
pacientes-androides con males igualmente complicados. Algunos de los
robots padecen infartos, otros tienen derrames cerebrales. Todos los
androides tienen atención garantizada. Los estudiantes de medicina están
junto a sus camas todo el tiempo, para en caso de necesidad acudir en
su ayuda inmediatamente.
fs/as/sn
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