domingo, 1 de diciembre de 2013

Parte del cometa ISON puede haber sobrevivido al infierno





 
Si hay un cometa que ha dejado intrigados, sorprendidos y confusos alguna vez a los científicos, ese es, sin ninguna duda, el cometa Ison. Después de haberlo dado prácticamente por perdido, la NASA acaba de anunciar que es posible que la roca helada haya sobrevivido a su máximo acercamiento al Sol, ocurrido la tarde de ayer. 

En la imagen de SOHO, puede verse aún parte del cometa pasando al Sol. En un principio, los astrónomos anunciaron que probablemente el cometa había sido aniquilado por el calor, las radiaciones y la gravedad cuando pasó a 1.800.000 km del centro solar. 

Varios observatorios confirmaron que el cometa parecía haberse debilitado mucho durante el vuelo suicida y, en un augurio aún peor, el Observatorio de Dinámica Solar (SDO) de la NASA no observó ni rastro del cometa, por lo que muchos científicos creyeron que se había roto y desintegrado por completo antes de llegar al perihelio, la máxima proximidad. 

 

Sin embargo, en un comportamiento que la NASA califica de «sorprendente», el Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO) de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) observó horas después material brillante del cometa en el otro lado del Sol. Qué es lo que queda no está claro:

¿simples escombros o una porción de núcleo del cometa? 

Los análisis de los científicos que forman parte de la Campaña de Observación del cometa Ison de la NASA sugieren que hay al menos un pequeño núcleo intacto. Pero, por el momento, se desconoce su tamaño. Como bien decía en su blog el astrofísico Karl Battams, que participa en la campaña de seguimiento del cometa, «si hay un núcleo, todavía es demasiado pronto para decir cuánto tiempo va a sobrevivir. Si sobrevive unos pocos días, es demasiado pronto para decir si el cometa será visible en el cielo nocturno. 

Si es visible en el cielo nocturno, es demasiado pronto para decir lo brillante que será…». Todo está en el aire. La historia se repite Hace 40 años, en 1973, se descubría un cometa que sería visible a simple vista a finales de diciembre del mismo año. Caracterizado por una órbita muy excéntrica, el cometa provenía probablemente de la nube de Oort: de aquella zona en la que parecen relegados miles de millones de núcleos cometarios. 



El astro fue descubierto por el astrónomo Lubos Kohoutek del observatorio de Hamburgo y alcanzó el perihelio (mínima distancia del Sol) el 28 de diciembre de 1973, pasando a sólo 21.000.000 km. de nuestra estrella (alrededor de 1/3 de la distancia Sol-Mercurio). Precisamente a causa de este paso muy próximo se esperaba que el núcleo del cometa, estimado en unos 20 km de diámetro, desarrollara una enorme cola y que como consecuencia de ello el Kohoutek se convirtiera en el cometa más espectacular del siglo. 

Pero el fenómeno esperado no se produjo: el Kohoutek se hizo visible a simple vista, pero no fue más brillante que una estrellita de cuarta-quinta magnitud. Kohoutek, un aspirante fallido al título de “cometa del siglo”. 

El popular escritor y divulgador científico Isaac Asimov cuenta la desilusión que acompañó a este fenómeno, debido probablemente a que el núcleo cometario no era muy rico en elementos volátiles y, por lo tanto, no reaccionó como se esperaba al calor irradiado por el Sol. El astrónomo Kohoutek, el propio Asimov y otros apasionados habían organizado un crucero en el transatlántico «Queen Elizabeth ll”, en plena Navidad de 1973, para observar al cometa desde latitudes más propicias, pero el tiempo fue pésimo y, cuando las nubes se despejaron, apenas se pudo ver a simple vista. 

Mientras tanto, desde los observatorios astronómicos de medio mundo se llevaron a cabo importantes análisis de la estructura y composición del cometa. También los astronautas a bordo del laboratorio orbital Skylab pudieron observarlo y fotografiarlo en diferentes longitudes de onda y descubrir un inmenso halo de hidrógeno que le rodeaba. 

MysteryPlanet.com.ar

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