viernes, 23 de enero de 2015

¿Y si el cometa Churyumov Gerasimenko no fuera uno, sino dos cometas?


 

Siete estudios publicados por Science recopilan todo lo que se ha averiguado hasta ahora sobre el cometa 67/P Churyumov Gerasimenko después de la llegada de la misión Rosetta

El 12 de noviembre de 2014, la misión Rosetta de la Agencia Espacial Europea hizo historia cuando Philae, su módulo de aterrizaje, se posó, aunque con algunas complicaciones, sobre la superficie del cometa 67P/Churyumov Gerasimenko. Y a pesar de que el acontecimiento acaparó cientos de titulares y fue considerado toda una gesta espacial, para los investigadores que reciben y analizan los datos en tierra fue solo el principio.

Se abre ahora un nuevo capítulo en esta historia. Uno que está haciendo posible el «vistazo» más detallado y cercano a un cometa que la Ciencia haya tenido jamás. Por eso, la revista Science ha decidido dedicar un número especial a la misión Rosetta. En siete estudios diferentes, investigadores de varios países e instituciones analizan la composición, la forma, la orografía y la atmósfera del que se ha convertido, sin duda, en el cometa más y mejor observado y analizado de la historia.

En tres de esos estudios, llevados a cabo por Michael A'Hearn y Dennis Bodewits, de la Universidad de Maryland y miembros del equipo que opera el instrumento OSIRIS, se ofrecen valiosas pistas sobre cómo se formó el cometa, cómo evoluciona su superficie y cuál podría ser su esperanza de vida.
«Tratamos de ver cómo evoluciona un cometa a lo largo del tiempo -explica A'Hearn- y también en el transcurso de su órbita. El poder obtener estas series temporales tan detalladas es lo que distingue a Rosetta de otras misiones, como Deep Impact». El propio A'Hearn fue el investigador principal de Deep Impact, la misión de la NASA que hizo impactar un módulo contra la superficie de cometa Tempel I en el año 2005 y que fue la primera que consiguió remover materiales del propio núcleo de un cometa para poder así compararlos con los de su superficie.

El instrumento OSIRIS es la cámara principal de la misión y en su diseño y construcción ha participado activamente España. Consta de dos cámaras diferentes, cada una de ellas equipada con una serie de filtros especiales. Una de ellas, la cámara de enfoque estrecho, está diseñada para fotografiar la superficie del núcleo del cometa, mientras que la otra, panorámica, se centra en la nube de polvo y gas que lo rodea.

Eyección de gases desde el «cuello»

En uno de los estudios publicados en Science los investigadores utilizaron OSIRIS para analizar la estructura del 67/P Churyumov Gerasimenko, cuyas formas le confieren cierto parecido a un pato de goma y que consta de dos lóbulos conectados por una especie de «cuello». Los investigadores han podido comprobar que la mayor parte de la eyección de gases del cometa sucede precisamente en ese cuello, del que las cámaras de OSIRIS han visto surgir chorros de gas y escombros. El hallazgo hace que los científicos se pregunten si el cometa pudo formarse a partir de la combinación de dos cuerpos más pequeños, o si su existencia comenzó como un cuerpo mucho mayor que se contrajo alrededor de su centro, dándole el aspecto de una manzana de la que alguien se hubiera comido toda su parte central.

Otro de los estudios describe con todo detalle la superficie del fragmento del cometa que es más visible desde la actual posición de Rosetta (la cara sur no es visible aún porque es la que apunta hacia el Sol y la nave Rosetta se refugia en la zona de sombra para no recibir directamente la radiación solar). La región norte del Churyumov Gerasimenko representa, sin embargo, más de la mitad de toda la superficie del cometa, y está dividida en 19 regiones diferentes, todas ellas bautizadas con nombres de antiguos dioses egipcios, al estilo de la nomenclatura de toda la misión.
Los detalles sobre las texturas y la geomorfología del núcleo del cometa ayudarán a los investigadores a determinar cómo su forma ha ido evolucionando a lo largo del tiempo y dónde es más probable que se encuentren sus depósitos de agua y hielo. Esta parte de la investigación será cada vez más facil a medida que el cometa se vaya acercando al Sol.

«Los cometas -explica Bodewits- son dos veces más negros que el carbón, con una gruesa capa de polvo que envuelve toda su superficie. Por eso es importante ver las zonas en que los gases se subliman. Es ahí donde se encuentran las fracturas en la capa de polvo y eso puede ayudarnos a encontrar el hielo y a observar los pequeños cambios que tienen lugar en la superficie del cometa».

Otro de los estudios, capitaneado por Fabrizio Capaccioni, del Instituto nacional de Astrofísica de Roma, y llevado a cabo con el espectrómetro de infrarrojos VIRTIS, se centra en las evidencias de moléculas orgánicas de carbono sobre la superficie del Churyumov Gerasimenko. Este equipo de científicos espera poder captar las firmas de moléculas mucho más complejas, incluso de aminoácidos. Por el momento, sin embargo, parece que la superficie del cometa está dominada por formas mucho más simples de carbono, aunque el trabajo servirá para ilustrar cómo esas moléculas llegaron a desarrollarse y a esparcirse después por todo el Sistema Solar.

Finalmente, otra serie de estudios se han centrado en la emisión de gases por parte del cometa y en cómo éstos están acumulandose para formar la coma, la larga cola brillante que caracteriza a estos enigmáticos vagabundos estelares. A medida que el cometa se vaya acercando al Sol y el núcleo se vaya calentando, la coma se irá haciendo cada vez más grande y masiva. Midiendo su actividad, los investigadores podrán estimar cómo y cuánta masa va perdiendo el cometa durante su aproximación al astro rey.

JOSÉ mANUEL NIEVES
http://www.abc.es
 

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