Hace mucho ya que la humanidad resolvió el
problema de la concentración excesiva de azúcar en la sangre con
inyecciones de insulina. El método es bastante doloroso y además se
corre el riesgo de contraer una infección. Sin embargo, el sueño de los
diabéticos de recibir insulina en pastillas hasta ahora no se
concretaba. Científicos de diferentes países trabajaron en el problema,
pero nadie logró obtener resultados concretos, dice el director de
investigaciones y consultoría de la compañía Farmexpert, Nikolái
Bespálov:
–El problema
radica en la naturaleza de este preparado. Es un preparado proteínico.
Durante la ingestión la proteína es destruida por los fermentos del
aparato digestivo. La gente trata de encontrar alguna solución a este
problema. Entre otras cosas, se proponían diferentes formas de
inhalación de la insulina.
Científicos rusos
probaron administrar la insulina con un aerosol nasal. Hubo que
renunciar a este método al parecer cómodo, ya que resultó imposible
calcular qué dosis del fármaco cae en la membrana mucosa de la nariz.
Otro diseño de los farmaceutas rusos son las cápsulas de insulina con
hidrogel suministradas por vía oral. La membrana polimérica preserva la
insulina de su disolución en el estómago y la acción del medicamento
comienza en el intestino delgado. Pero para lograr el efecto necesario
se requiere una cantidad veinte veces mayor de insulina que para las
inyecciones. El método fue patentado, pero no fue recomendado para su
amplia aplicación.
No se tiene conocimiento exacto de lo
que han ideado los científicos daneses e israelíes. Aún no están los
resultados de las pruebas clínicas. Pero si todo marcha bien y los
farmaceutas consiguen demostrar la efectividad de las pastillas de
insulina y que no producen efectos colaterales, el medicamento estará al
alcance de todos los pacientes hacia fines de esta década o para
principios de la siguiente década. Así lo dijo a La Voz de Rusia el director ejecutivo de Oramed Pharmaceuticals, Nadav Kidron:
–Todos
los días recibo cartas por correo electrónico de personas que leyeron
ciertos artículos en internet. Ellos escriben: "Usted tiene insulina
oral. ¿Cómo se pueden adquirir sus cápsulas?" Les contesto que sí, tengo
cápsulas para administración oral. Las puedo vender ya mismo. Pero lo
único que impide su venta es que necesitamos obtener el visto bueno de
la Agencia de Control de Alimentos y Medicamentos. Pero se trata de un
proceso largo, que supone vastas pruebas.
En todo
caso no se trata de una cuestión de vida o muerte. El remedio para los
diabéticos fue encontrado en 1922. Desde entonces la insulina no tiene
sucedáneo. La diferencia estriba únicamente en la forma de
administración, señala la experta en regulación del mercado de
preparados medicinales Elena Vólskaya:
–Cualquier
nueva forma apunta exclusivamente a las propiedades del consumo, a que
su administración sea más cómoda. A ello apuntan prácticamente todas las
formas de las medicinas, por ejemplo, cuando a la par con las pastillas
se fabrican emplastos para su aplicación tópica, que se adhieren a la
piel y a través de ella se administra el preparado necesario. Y para los
niños, por ejemplo, se hacen diferentes jarabes y mixturas, que son más
fáciles de ingerir y que poseen un sabor más agradable. Así pues, en
dicho caso se trata de una revolución. Esto puede dar cierta ventaja en
mercadotecnia, aunque la insulina común y corriente no desaparecerá.
Cuando
la persona necesita varias inyecciones diarias, o sea literalmente
vivir con la aguja en la mano, una administración más confortable del
fármaco puede hacerle cerrar los ojos ante algunas deficiencias del
preparado. Por eso, al tiempo que los diabéticos critican a los
organismos de autorización por la cautela excesiva, los expertos
aprueban los meticulosos procedimientos de las pruebas preliminares. Es
que lo principal en la medicina fue y sigue siendo el principio "no
causes daño".
Foto: RIA Novosti
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