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El calentamiento global y los agujeros pasan a un segundo plano
Ante los científicos y ecologistas
se plantea una tarea mucho más grave de los momentos actuales: la
ampliación de los desiertos. Con cada año que pasa aumenta la cantidad
del suelo inapropiado para la agricultura y la vida. La ONU que comenzó
la lucha contra la desertificación en 1977, no está en condiciones de
parar este proceso.
Según cálculos de los
científicos, cada minuto, debido a la actividad del hombre, veintitrés
hectáreas de tierra se convierten en desierto. La hacen inservible no
solo la industria extractora y la agricultura, sino también la ausencia
del debido cuidado, de trabajos de recuperación. El actual nivel de
desarrollo de la ciencia permite al hombre mejorar la situación en los
desiertos naturales, pero esto no se hace prácticamente, declaró
Alexander Chumakov, vicepresidente de la organización ecológica “Cruz
verde”.
—En la zona de desiertos y
semi-desiertos hay suficiente humedad para solventar todos los
problemas. Pero la estructura de la llamada reserva vertical de
temperatura no permite condensar esta humedad. Ella pasa sobre dichas
zonas y no cae nunca allí o cae muy rara vez. No existen condiciones
para que se formen nubes. Hablando con propiedad, la humanidad podría
luchar con tal estado de cosas. Y ya existen ejemplos de cómo hacerlo.
Francia estudiaba estas cuestiones en sus ex territorios de ultramar,
por ejemplo en Argelia. De estas cuestiones se ocupa Israel. Allí hay el
desierto del Néguev, donde está situado un polígono para crear nubes
artificiales y generar precipitaciones de estas.
Ahora
la desertificación afecta muchas regiones. Zonas muertas han comenzado a
aparecer en EEUU, en países asiáticos. La peor situación se registra en
África. Allí áreas de suelo infértil aumentan con rapidez. La
desaparición de embalses naturales empeora la situación ecológica. Hay
varios proyectos de salvación, por ejemplo, del lago Chad (en África
Central). Pero todos ellos quedan sobre papel, considera el especialista
en la historia de los países de Asia y África Alexander Voyevodski.
—Los
países limítrofes con el lago no pueden resolver esta tarea con sus
propios medios. Los estados: Chad, Níger y Nigeria no tienen suficientes
finanzas para dar solución a este problema, en particular encauzar
parte del agua del río Congo hacia el Norte, a fin de remediar la
situación. Se requiere asistencia de la comunidad internacional, pero es
cuestión de otro nivel.
El problema
ecológico se convierte en el social. Si continúa la ampliación de los
desiertos, el territorio de varios países de África Central, por
ejemplo, se convertirá en tierra muerta. En tal caso, los “refugiados
ecológicos” en masa cruzarán las fronteras nacionales. Y de momento es
difícil imaginarse cómo van a superar tal situación los políticos y los
pueblos.
http://spanish.ruvr.ru
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