En
primavera y verano de este año especialistas rusos y norteamericanos
enviaron a la órbita a representantes de la flora y fauna terrestre:
ratones, gecónidos, peces en acuarios, vegetales y microorganismos. Este
vuelo de un mes de duración en condiciones de ingravidez fue el más
largo de la historia de un aparato espacial con animales a bordo. En
agosto, en el Instituto de Problemas Médico-Biológicos (IPMB) de Moscú
se ejecutó la parte terrestre del experimento.
“Se
aclaró que las arterias cerebrales sufren más que, digamos, la arteria
ciática”, dijo refiriéndose a los primeros resultados del experimento el
jefe científico del proyecto Bion-M, Vladímir Sichiov. Según él, esto
indica que en la ingravidez se pueden registrar incidencias sustanciales
sobre muchas funciones del cerebro, incluyendo las mentales.
Los
animalitos cosmonautas fueron preparados para el vuelo con toda
seriedad. Varias veces se les controló el peso, se les realizaron
mediciones desde los bigotes hasta la cola y fueron entrenados para las
condiciones de ingravidez. Además, se les hicieron complicadas pruebas
psicológicas para comprender que ejemplares –femenino o masculino–
soportarán mejor la estadía en el espacio. Resultó ser que los machos
son más resistentes.
"Las
hembras poseen un poderoso campo hormonal, que esconde muchos cambios, y
por eso los machos son más interesantes que las hembras para las
investigaciones, aclara Sichiov. Claro que los machos son algo más
agresivos y reaccionan de forma más brusca a las variaciones de las
condiciones físicas de vida".
Los
lagartos fueron los que mejor que todos soportaron el vuelo: el
destacamento de gecónidos no sufrió pérdidas. De los cuarenta y cinco
ratones solo diecinueve regresaron a la Tierra. Algunos animales de
laboratorio no soportaron las sobrecargas del lanzamiento. Otros
murieron en peleas con sus congéneres. Los peces tampoco lograron
regresar por una desconexión de la iluminación, lo que impidió que las
algas siguieran sintetizando oxígeno para los animalitos acuáticos.
En
la parte terrestre del experimento los animales vivieron treinta días
bajo la misma temperatura, humedad y composición del aire que en el
espacio, pero sin la radiación elevada y la ingravidez. Los científicos
compararon el estado de los animalitos de laboratorio y los valores de
la presión arterial y llegaron a una conclusión muy importante para los
vuelos del hombre al espacio: la influencia de la ingravidez sobre los
funciones cerebrales.
Ahora
durante medio año se estudiarán los videos y se analizarán los datos.
Los especialistas del IPMB y sus colegas estadounidenses estudian
conjuntamente a los animales que estuvieron en el espacio, aunando los
más novísimos métodos de investigaciones.
“La
prioridad más próxima es investigar el impacto del espacio sobre el
sistema sanguíneo en general y, obviamente, sobre el corazón", concluye
Vladímir Sichiov.
Foto: wikipedia.org
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