Aprovechan el fenómeno de enfoque de la luz
emitida por los núcleos activos de galaxias en un campo gravitatorio
atravesado por esta luz antes de alcanzar la Tierra. A nivel de expertos
se comenta que la idea es interesante, a pesar de que principio en que
se basa el método no es nada nuevo.
Andrew Lawrence, de
la Universidad de Edimburgo, estudió junto con sus colegas un fenómeno
poco frecuente: la caída de una estrella dentro de un agujero negro en
el centro de una galaxia. La estrella, en este caso, explota a efectos
de un poderoso campo gravitatorio. Su luz se observa claramente en el
cielo durante varios meses terrestres hasta empezar a languidecer.
Tras
examinar millones de galaxias con un telescopio instalado en Hawái, los
estudiosos solo descubrieron unas decenas que tenían una poderosa
fuente de luz en su centro. La luminosidad de algunas de ellas no
variaba durante meses. Lo más probable es que la luz de los cuásares
lejanos pasara por una galaxia más cercana a la Tierra. Estos mismos
cuásares no aparecían en las imágenes digitales tomadas hace diez años.
Lawrence
supuso que el débil destello de un cuásar distante se ve muchas veces
más claro cuando entre él y la Tierra aparece una estrella de otra
galaxia. Como las partículas de luz tienen masa, la fuerza de atracción
de la estrella desvía y enfoca los rayos del cuásar a manera de una
lente. El efecto se nota durante varios años hasta que la estrella no
cambie de ubicación. El investigador británico pretende aprovechar esta
“lupa” galáctica para estudiar la estructura de los cuásares.
La
idea es interesante, pero es poco probable que una sola estrella sea
capaz de aumentar tantas veces el brillo de un cuásar, acota el
investigador jefe del Instituto Sternberg de la Universidad Estatal de
Moscú, Mijaíl Sazhin:
—Para
que el brillo aumente decenas de veces y presente cambios de intensidad
durante años, se precisa una masa enorme, no de una estrella, sino de
un agujero negro gigante.
Los astrofísicos de la
Universidad Estatal de Moscú ya han utilizado un método similar al
observar durante veinte años el famoso cuásar Cruz de Einstein que
brilla a través de una galaxia. La “lente” natural formada por un
agujero negro ha permitido sugerir algunas características generales de
la estructura del cuásar, aclara Mijaíl Sazhin:
—En
el centro del cuásar hay un agujero negro gigante equivalente a miles
de millones de masas solares. Girando, genera campos electromagnéticos y
“chorros” reactivos por ambos lados del cuásar. Hay un disco de materia
en torno al agujero. Es la materia que cae sobre el agujero, acumulando
energía cinética para luego convertirse en radiación.
Todavía
queda sin resolver el mayor misterio: ¿Por qué un volumen tan reducido
emite tan enorme cantidad de energía? El profesor docente de astronomía
en la facultad de Física de la Universidad Estatal de Moscú, Vladímir
Surdin, explica:
—Imagínese
una región del tamaño de nuestro sistema solar, pero plagada de cientos
de miles de millones de estrellas similares al Sol. Su energía sería
equiparable a la que emite el cuásar. La Tierra se habría evaporado en
cuestión de segundos. En realidad, no entendemos lo que está pasando ahí
dentro.
Vladímir Surdin agrega que el área
activa conocida como cuásar se observa en el centro de galaxias jóvenes.
Los científicos quieren aclarar por qué los cuásares, que ya hemos
descubierto unos doscientos mil, solo nacían en el período inicial del
universo y aparecen a una distancia de miles de millones de años luz. En
su espectro han dejado trazas todas las nubes de gas y galaxias que
atravesó su luz antes de llegar a la Tierra. El estudio de los cuásares
nos permitirá entender más a fondo la historia del universo.
Foto: EPA
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