Un
gran estudio prospectivo apoya la creencia común de que saltarse el
desayuno no es una buena manera de empezar el día [1]. En comparación
con los hombres que desayunaron, los que omiten el desayuno tenían un
riesgo 27% mayor de infarto de miocardio o muerte por cardiopatía
isquémica. Peor aún, aquellos hombres que comían tarde por la noche
tuvieron un 55% más de riesgo de cardiopatía isquémica.
Entre los adultos, saltarse las comidas se asocia con exceso de peso
corporal, hipertensión, resistencia a la insulina y concentraciones
elevadas de lípidos en ayunas. Sin embargo, aún se desconoce si hábitos
alimentarios específicos, independientemente de la influencia de la
composición dietética influencian la cardiopatía isquémica (CI). El
objetivo de este estudio fue evaluar prospectivamente los hábitos
alimentarios y el riesgo de cardiopatía isquémica coronaria.
El estudio, basado en datos del Estudio de Seguimiento de los
Profesionales de la Salud (HPFS, por sus siglas en inglés), fue
publicado en línea el 22 de julio 2013 en Circulation, con el primer
autor Dr. Leah E Cahill (Harvard School of Public Health, Boston,
MA).Los hábitos alimenticios, tales como el desayunar, se evaluaron en
1992 en 26.902 hombres estadounidenses entre 45-82 años de edad, que
estaban libres de la enfermedad cardiovascular y de cáncer. Durante 16
años de seguimiento, se diagnosticaron 1.527 casos incidentales de CI,
definida como infarto miocárdico (IM) mortal o CI no mortal. Modelos de
riesgos proporcionales de Cox se utilizaron para estimar los riesgos
relativos y los intervalos de confianza del 95% para la cardiopatía
isquémica, ajustado por factores demográficos, dieta, estilo de vida y
otros factores de riesgo de cardiopatía isquémica.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Salud y Examen de Nutrición
(NHANES por sus siglas en inglés) 2002 sugieren que comer bocadillos y
saltarse el desayuno son prácticas comunes entre los adultos
estadounidenses, con un 18% que no desayunan y un 86% comiendo
bocadillos cada día. La Encuesta Nacional de Consumo de Alimentos
1965-1991 reportó que el consumo de desayuno está bajando del 86% (1965)
a 75% (1991).
Esta tendencia puede tener consecuencias negativas a nivel
poblacional, porque los resultados de los ensayos de corta duración, los
estudios transversales preliminares y pequeños estudios prospectivos
reportan que los hábitos alimenticios, tales como saltarse las comidas
se han asociado positivamente con varias situaciones cardiometabólicas,
incluyendo el sobrepeso, la dislipidemia, la presión arterial, la
sensibilidad a la insulina y la diabetes mellitus. Sin embargo, hasta la
fecha, no se han publicado estudios en humanos sobre los hábitos
alimentarios y cardiopatía isquémica. El objetivo del estudio fue
determinar prospectivamente si los hábitos alimenticios, incluyendo
saltarse el desayuno, se relacionan con un mayor riesgo de CI.
Para propósitos del trabajo, se definió desayuno como una respuesta
positiva a comer antes del desayuno, con el desayuno o entre el desayuno
y el almuerzo) para diferenciar los que desayunaron con los que no lo
hicieron, y se definió comer tarde en la noche como una respuesta
positiva a comer después de ir a la cama.
Para investigar cómo el saltarse el desayuno puede afectar a la salud
del corazón, el grupo analizó los datos de los participantes en el
estudio HPFS quienes tenían edades entre 45-82 años cuando respondieron
un cuestionario acerca de los hábitos alimenticios. Casi todos los
hombres (97%) eran de raza blanca y descendientes de europeos.
Los participantes que no desayunaron eran más jóvenes que los que lo
hicieron y fueron más propensos a ser fumadores, trabajar a tiempo
completo, solteros, menos activos físicamente, y beber más alcohol. Los
hombres que desayunaron comieron en promedio 1 vez más por día que los
que omitieron el desayuno, lo que implica que los que se abstuvieron de
desayunar no estaban comiendo comidas adicionales al final del día.
Aunque hubo cierta superposición entre los que omiten el desayuno y
los que comían tarde por la noche, el 76% de estos últimos si
desayunaba. Los hombres que reportaron que comían tarde en la noche eran
más propensos a fumar, a dormir <7 horas por noche o tener
hipertensión basal en comparación con los hombres que no lo hacían.
Los que NO reportaron comer tarde en la noche eran más propensas a
estar casados, trabajar a tiempo completo y comer en promedio 1 vez
menos al día que los que comían tarde en la noche. La calidad promedio
de la dieta media de los participantes, según lo medido por el Índice de
Alimentación Saludable alternativo, fue muy alta entre los
participantes del HPFS, independientemente de si desayunaban o comían
tarde en la noche.
Los hombres que se saltaban el desayuno tuvieron un 27% más de riesgo
de CI en comparación con los hombres que no lo hicieron (riesgo
relativo: 1,27, intervalo de confianza del 95%, 1,06-1,53). En
comparación con los hombres que no comían tarde en la noche, aquellos
que lo hacían tuvieron un 55% mayor riesgo de CI (riesgo relativo: 1,55,
intervalo de confianza del 95%, 1.5 a 2.29). Estas asociaciones fueron
ajustadas por índice de masa corporal, hipertensión, hipercolesterolemia
y diabetes mellitus. No se observó una asociación entre la frecuencia
de comer (veces por día) y el riesgo de CI.
Según la opinión del autor principal, Dr. Eric Rimm B (Harvard School
of Public Health), fue un estudio bastante grande, con un seguimiento a
largo plazo y un número considerable de incidentes de CI, así que desde
ese punto de vista, la relación entre saltarse el desayuno y el aumento
de riesgo de CI es muy fuerte. Es de destacar que según los resultados
del estudio, los hombres más jóvenes y no así los ancianos, están en
riesgo significativamente mayor.
De acuerdo al Dr. Rimm, “es un muy simple y general mensaje de salud
pública, que es barato e involucra hábitos que no son difíciles de
cambiar en comparación con otros factores de la dieta y el estilo de
vida”. “Los médicos deben aconsejar a los pacientes a comer con
regularidad y comer específicamente en la mañana”
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