lunes, 17 de septiembre de 2012

Revueltas de hambre se acercan al mundo

 
 
 
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Los crecientes precios del trigo y azúcar son capaces de generar una crisis alimentaria más profunda e impredecible que la que estalló en 2007-2008.

El peligro que se acerca instó a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) a publicar la información secreta: el índice de dinámica de precios de los alimentos. Actualmente este índice se aproxima indeclinablemente al registrado en 2010. Pero los precios suben sin cesar, mientras que esto sea conveniente a las autoridades financieras mundiales, señalan los expertos. 
En febrero del año pasado el índice sumario de precios de los alimentos fue de doscientos treinta y ocho puntos según el método de cálculo de la FAO. Tras cierta baja, en julio de 2012 este índice subió de una vez un 6 % y llegó a doscientos trece puntos. Los malos pronósticos de cosecha de trigo en Rusia, de maíz y de otros cereales en EEUU, de arroz en la India y de azúcar en Brasil, como es natural, repercuten en el costo de la comida, mejor dicho, en un alza sensible de su precio. Los analistas de la FAO recuerdan que la última crisis alimentaria llevó a revueltas de hambre en más de treinta países de los más pobres. Y recelan con razón que estas puedan repetirse en un futuro no lejano. Sin embargo, algunos estados, sobre todo en África sureste, ya ahora se encuentran en un estado de shock por falta de alimentos, puntualiza Antón Lubich, director de proyectos del fondo de inversiones Hi Capital Corporation. Por desgracia, el desarrollo de los acontecimientos deja pocos argumentos para el optimismo, dijo en su entrevista a nuestra emisora.
—Los alimentos, sin duda, seguirán encareciendo por dos factores: primero, debido a que existe una desproporción en el aumento demográfico entre los países productores y países consumidores. Para nadie es un secreto que los países en los que se asiste a una malnutrición crónica se caracterizan precisamente por un alto aumento de la población, si bien allí se observa asimismo un elevado índice de mortalidad. El segundo factor es, sin duda, la inyección de dinero en la economía, lo que conduce a la inflación. Mientras que las autoridades monetarias mundiales, en primer lugar el Fondo de Reservas de EEUU, el Banco Central Europeo y el FMI se diviertan jugando a la ruleta inflacional, los precios de los alimentos, igual que de otros productos reales, crecerán adelantándose a la inflación.
Entre tanto, los analistas de la ONU proponen medidas bien razonables, capaces de ayudar, si no evitar por completo una crisis alimentaria, a parar el deslizamiento de algunos países hacia una catástrofe humanitaria. Así, el director de la FAO José Graciano da Silva exhortó a EEUU a reducir temporalmente la producción de alcohol para biocombustible: para esto se suele gastar un 40 % de la cosecha de maíz. Esta medida permitiría usar más maíz como alimento y pienso. Por su parte, el experto de nuestra radio Antón Lubich señala que la reducción de la producción de biocombustible en EEUU retardaría el alza del precio de maíz y azúcar. Para los países donde una parte considerable de la población pasa hambre, sería un factor de importancia para parar la subida de precios de los alimentos y aumentar el acceso de la gente a los alimentos. Pero el secretario de Agricultura de EEUU Tom Vilsek declaró que es poco probable que la suspensión de la producción de alcohol pueda bajar los precios del trigo y del azúcar. En cambio, esta rama crea plazas de trabajo y mantiene el control de los precios de la gasolina.
En opinión de los analistas de la ONU, si la comunidad mundial no previene una nueva crisis alimentaria, sus consecuencia serán impredecibles. Las cosas no se limitarán a revueltas de hambre en algunos países, la catástrofe va a extenderse y seguramente repercutirá en los actuales dueños de la situación.

Nikita Sorokin  /  http://spanish.ruvr.ru

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