Aunque no son ricos, los cubanos tienen problemas de sobrepeso que intentan resolver
Borrón y cuenta nueva. ¡Adiós a la gordura! Bajo este lema empezó la
guerra de Julio César, un habanero de 43 años que se cansó de su
sobrepeso.
A pesar del sofocante calor que hace en la capital cubana en verano,
Julio César va diariamente a un gimnasio al aire libre en busca de
salud.
“Si bajo bien, pero, bueno, no es la más grande preocupación, la gordura
es mala, no? Si bajo bien, pero por lo menos el ejercicio continuo te
ayuda para estar un poco más saludable. Respiración, cardiovascular,
etcétera, ¿me entiende?”.
El problema de Julio César es palpitante para muchos habitantes del país
caribeño. Según los datos oficiales, hoy en día prácticamente la mitad
de la población tiene un cierto grado de sobrepeso. Los especialistas no
lo relacionan tanto con la falta de actividad física, sino con las
costumbres alimenticias de los isleños.
Los platos que gozan de popularidad entre los cubanos destacan por una
cantidad muy grande de calorías y grasa. Y no es que los isleños
necesiten más energía que los demás, sino que así lo dicta la tradición
culinaria. Además, muchos cubanos a menudo simplemente no distinguen los
alimentos saludables de los que pueden ser verdaderos enemigos de su
figura.
Aparte de las costumbres que se formaron en la isla, el embargo impuesto
sobre su economía marca de manera significativa el menú de los
ciudadanos. Según los expertos, si no fuera por las limitaciones que
sufre Cuba, en la mesa habría productos de mejor calidad.
“En la esfera de la alimentación tenemos que importar una gran cantidad
de alimentos”, explica Santa Jiménez Acosta, profesora en ciencias
médicas. “Si lo pudiéramos traer desde lugares más cercanos, esto
abarataría el costo, se podría mejorar la variedad y el acceso económico
a muchos de ellos”.
Desde 1963 el ciudadano cubano obtiene los productos básicos por los
precios subsidiados. Por ejemplo, medio kilo de azúcar comprado con la
libreta de racionamiento no llega a costar un centavo de dólar
estadounidense. Sin embargo, la lista de estos alimentos es muy
limitada. Por lo general, lo que compran los isleños son productos
importados, cuyo precio varía de manera drástica de los de la canasta
estatal.
Teniendo en cuenta que el salario promedio en Cuba es de unos 18
dólares, podría parecer algo paradójico el número de personas que
padecen de obesidad hoy en día.
Los especialistas en nutrición lo
vinculan con el crecimiento del nivel de vida de los cubanos, en
comparación con el llamado período especial en los años 90, cuando se
registró una disminución del peso promedio de la población.
“Las medidas de limitación que tuvo la población en el período especial
no fueron medidas conscientes desde el punto de vista de la educación
nutricional, sino debidas a la situación económica”, continúa Acosta. “Y
por eso es importante la educación alimentaria y nutricional para
cuando exista una amplia variedad de productos y un acceso económico
para todos por igual, para que la población sepa seleccionar
adecuadamente lo que se debe consumir para evitar que haya un rebote de
sobrepeso y obesidad”.
Cuba no se encuentra entre los diez primeros estados latinoamericanos
con los índices de obesidad más altos. En esta carrera por la silueta
atractiva deja atrás y con mucha diferencia a países como México,
Venezuela o Guatemala. Aunque la alarmante tendencia a engordar hace
sudar cada vez a más isleños no solo por el calor tropical, sino por los
frecuentes ejercicios físicos.
RT / Yuri Barankov
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