Las observaciones con el telescopio de infrarrojo ‘Spitzer’ permiten mejorar el valor de la Constante de Hubble
El universo está estirándose desde la gran explosión inicial, el Big
Bang, hace unos 13.700 millones de años, y determinar la tasa de dicha
expansión con la mayor precisión posible ha sido un objetivo fundamental
de los cosmólogos desde hace décadas. Fue el astrónomo estadounidense
Edwin Hubble quien descubrió, a finales de los años veinte del siglo
pasado, que el universo no es estático, sino que las galaxias están
alejándose unas de otras, y estableció la llamada constante que lleva su
nombre, según la cual a mayor distancia de una galaxia, mayor es su
velocidad de recesión respecto al observador. Tan importante es
determinar el valor de la Constante de Hubble (para conocer el tamaño y
la edad del universo) que el mítico telescopio espacial del mimo nombre
se lanzó al espacio (en 1990) con el cometido prioritario de establecer
dicho valor; de este proyecto de investigación se encargó la astrónoma
Wendy Freedman, que lidera ahora el equipo que ha mejorado la medida. El
valor de ahora establecido es 74.3 (más/menos 2,1) kilómetros por
segundo por megaparsec (un megaparsec es aproximadamente tres millones
de años luz). Esto significa mejorar el resultado obtenido con el
telescopio Hubble reduciendo la incertidumbre a un 3%, lo que
supone “un paso de gigante en la precisión de las medidas cosmológicas”,
destaca la NASA.
El Spitzer observa el cielo en infrarrojo y, gracias a esta
capacidad, ve a través de nubes de polvo que pueden estar envolviendo
los astros. Por eso ha podido estudiar mejor con un tipo concreto de
estrellas, llamadas cefeidas, que los astrónomos utilizan para medir
distancias en el universo.
Las cefeidas son estrellas pulsantes y su pulso está directamente
relacionado con su brillo intrínseco, como descubrió Henrietta Leavitt
en 1908, por lo que se puede calcular directamente la distancia a la que
están y son peldaños fundamentales de la llamada escala de distancias
cósmicas. Los expertos de la NASA lo explican con el ejemplo de una
persona que sujeta una vela mientras se aleja del observador: cuanto más
lejos esté más débil de verá la luz de la vela, pero si uno conoce su
el brillo intrínseco puede calcular la distancia. De igual modo, como de
una cefeida se conoce su brillo intrínseco por su pulso, se puede saber
cómo de lejos está. Los astrónomos combinan esta información con la
velocidad a la que se están alejando los cuerpos celestes de nosotros
para determinar el valor de la Constante de Hubble. Y si se logra
obtener medidas más precisas que las previas de cefeidas, como ha hecho
ahora el Spitzer, mejora la estimación de dicho valor.
Freedman (Observatorios Carnegie,
California) y sus colegas afirman que combinando sus nuevos datos de la
Constante de Hubble refinada con las observaciones de otro telescopio
espacial (el WMAP) se obtiene una medida independiente de la energía
oscura, la aceleración de la expansión del universo descubierta a
finales del siglo pasado y considerada el mayor misterio actual de la
cosmología.
Con el Spitzer, informa la NASA, los astrónomos han
observado 10 cefeidas en la Vía Láctea y 80 en la galaxias vecina Gran
Nube de Magallanes, obteniendo medidas más precisas que las anteriores
del brillo aparente de esos astros y, por tanto, de sus distancias. Los
detalles de la investigación se da a conocer en la revista Astrophysical Journal.
elpais.com
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