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Científicos de Oregón han
desarrollado una técnica para curar óvulos humanos de las enfermedades
mitocondriales, que se transmiten por vía materna y afectan a uno de
cada cinco mil recién nacidos.
El
método, similar a una clonación, consiste en trasplantar el genoma
nuclear de un óvulo enfermo a otro sano. El núcleo queda así rodeado por
mitocondrias normales.
La mayoría de los genes
humanos están contenidos en los cromosomas del núcleo, una esfera
rodeada de membranas que ocupa el centro de cada célula. Pero algunos se
sitúan dentro de otras estructuras celulares, las mitocondrias, que
provienen de antiguas bacterias de vida libre. Estos genes son
esenciales para la función de las mitocondrias, que son las factorías
energéticas de nuestras células, y sus mutaciones causan graves
enfermedades en los órganos que más energía necesitan, como el cerebro,
el corazón, el páncreas, el riñón y los músculos.
Dos
ejemplos relativamente bien caracterizados de enfermedades
mitocondriales raras son la enfermedad de Wilson y la ataxia de
Friedreich, pero estas deficiencias también se han asociado, según
algunos autores, a dolencias mucho más comunes como el alzhéimer, el
párkinson la corea de Huntington —las tres principales enfermedades
neurodegenerativas—, la enfermedad de Lou Gehrig o esclerosis lateral
amiotrófica (ELA) e incluso con los procesos normales del
envejecimiento.
Como no hay tratamiento para ninguna
de estas enfermedades, la idea que inspira el trabajo es que las
mujeres que se saben portadoras de alguna enfermedad mitocondrial —sea
porque sufren los síntomas o porque ya han tenido un hijo afectado—
puedan curar sus óvulos antes de tener su siguiente hijo por
fertilización in vitro.
El grupo de investigadores,
dirigido por Shoukhrat Mitalipov, del Centro Nacional de Investigación
con Primates de la Universidad de Oregón, ha demostrado la eficacia de
la técnica en sesenta y cinco óvulos donados por siete voluntarias de
veintiún a treinta y dos años de edad. Han obtenido unos índices
normales de fertilización con esperma (75 %).
La
mitad de esos óvulos fertilizados se desarrollan bien hasta la fase
adecuada para implantar en una mujer, llamada blastocisto. Los autores
advierten, sin embargo, que la otra mitad de los embriones presentan
anormalidades cromosómicas. El trabajo se ha publicado en Nature.
Los
científicos no han pasado de ahí con el material humano. Aunque los
blastocistos, o embriones de dos semanas, son técnicamente aptos para
trasplantar al útero de una mujer y generar un embarazo, dar ese paso
requerirá la aprobación de la agencia norteamericana del medicamento
(Food and Drug Administration, o FDA), e incluso algunos cambios en la
legislación de Estados Unidos, según dijo Mitalipov en una rueda de
prensa por teleconferencia.
Mitalipov destaca, sin
embargo, que la misma técnica aplicada en macacos rhesus —el modelo
animal convencional para este tipo de estudios— ya ha producido cuatro
individuos sanos por cualquier criterio celular, cromosómico o
bioquímico que su equipo de investigación les haya aplicado. Los monos
tienen ahora tres años y parecen perfectamente saludables.
Aunque
los científicos de Oregón no han usado los blastocistos curados para
trasplantar en una mujer, sí han podido comprobar que esos embriones —o
mejor, la fracción de ellos que no muestran obvias anormalidades
cromosómicas, que son más o menos la mitad— son normales por otros
criterios muy exigentes.
Para ello han utilizado
algunos de los embriones para derivar cultivos de células madre. Ésta es
una técnica ya convencional con los embriones sobrantes de los
tratamientos de fertilización in vitro. Lo único nuevo es que Mitalipov y
sus colegas han partido de sus embriones curados de enfermedades
mitocondriales.
Ello les ha permitido contar con un
abundante material para sus análisis citogenéticos (que examinan la
normalidad de los cromosomas en cada división celular) y moleculares
(que analizan la actividad de los genes más importantes en estas fases
tempranas del desarrollo). Todas estas pruebas han mostrado unos
resultados idénticos a los que se obtienen habitualmente partiendo de
embriones que no han sufrido ninguna manipulación.
Cabe
añadir que la curación de estos embriones es virtual. Ninguna de las
donantes de óvulos padecía enfermedades mitocondriales conocidas. Lo que
demuestran los investigadores es que pueden sustituir totalmente el ADN
mitocondrial de una mujer por el de otra. Cuando el primero provenga de
una mujer con mutaciones en su ADN mitocondrial, sus óvulos podrán
librarse de él por completo, y también todas las generaciones que
desciendan de ella.
El País
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