Numerosas calamidades,
inundaciones, sequías y huracanes azotan últimamente a países y
continentes enteros. La radiación ambiental, una de las señales más
claras del calentamiento climático global, ha subido más de un 30 % en
los últimos veinte años, debido a los gases de efecto invernadero. Todos
estos problemas tienen sus raíces en la actividad económica del hombre,
según dice el Boletín de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Un dictamen nada alentador.
El calentamiento del
clima global es el argumento predilecto de los escépticos, al vaticinar
un lúgubre futuro de este planeta. Sus previsiones apocalípticas
contienen a veces más amenazas de las que realmente existen. Los cambios
irreversibles del clima se presentan en muchas producciones de horror
de Hollywood, con tal de sembar el pánico o, por lo menos, la sensación
de una catástrofe inminente en las conciencias de los espectadores. Pero
aún cuanto no consideremos a quienes tengan interés personal o busquen
beneficiarse comercialmente de este problema, el cuadro sigue siendo
bastante triste. Según datos de la OMM, la concentración de gases de
efecto invernadero en la atmòsfera de laa Tierra ha alcanzado su máximo
nivel desde el fin de la época preindustrial en 1750.
El
titular de la OMM, Michel Jarraud señala: “El exceso de dióxido de
carbono calculado en miles de millones de toneladas permanecerá en la
atmósfera durante siglos, provocando un mayor calentamiento y otros
efectos negativos para todos los aspectos de la vida en el la Tierra”.
En los últimos años se han realizado varios importantes estudios de la
influencia de la actividad humana sobre el clima, dijo a La Voz de Rusia el coordinador del programa “Clima y Energía” de WWF, Alexei Kokorin:
—Al
igual que la ONU, el Banco Mundial también se ha dado cuenta de los
peligrosos cambios que ocurren en la naturaleza a fectos de la actividad
humana. La conclusión que ha sacado es incluso más drástica que las
anteriores. Afirma que los cambios son más rapidos de lo que se suponía
anteriormente: o sea, la temperatura global subirá cuatro y no dos
grados centígrados para mediados de este siglo. Esto puede tener efectos
catastróficos para la economía y el desarrollo de todos los países.
¿Qué se puede hacer? Antes que nada, disminuir la emisión de dióxido de
carbono a la atmósfera. Las enormes cantidades de ese gas son producto
de combustión de los minerales combustibles. Todos los países deben
comprometerse rígidamente a disminuir la polución atmosférica.
Precisamente
a este tema está dedicado el Protocolo interestatal de Kyoto que expira
en diciembre próximo. Hay países que no quieren su renovación. Canadá
incluso abandonó este convenio, y EEUU, a pesar de haberlo firmado, aún
lo tiene sin ratificar. Algunos estados se negaron a participar desde el
principio. Resumiendo, la prorroga del Protocolo de Kyoto sigue siendo
una perspectiva muy vaga. Entretanto, los fenómenos anómalos en la
Tierra se multiplican de manera exponencial, dice el asesor de la
Academia de Ciencias de Rusia, Alexéi Yáblokov:
—Solo
en Rusia se han duplicado en los últimos quince años. Por supuesto que
no todos tienen que ver con la actividad humana, pero sí la mayoría de
ellos. Es de suponer que la frecuencia y la intensidad de los fenòmenos
anómalos va a seguir creciendo, al igual que sus efectos nocivos. Por
ejemplo, el calentamiento del clima provoca el crecimiento anual del
nivel del Océano Mundial. Si de aquí en cien años sube un metro, será
una tragedia, al menos, para las naciones isleñas.
En
realidad, el dilema a que se ve enfrentada la humanidad es éste: ¿Cómo
seguir desarrollándose y abasteciéndose de energía sin hacer daño
irreversible a la naturaleza? Hasta el momento, las opciones que
favorezcan a ésta última no han sido muchas. Ni tampoco se vislumbra un
cambio radical de conceptos de desarrollo en un próximo futuro. Aumenta
la producción de hidrocarburos, crece la industria nuclear y el sector
de fuentes alternativas de energía es todavía muy débil. Así que es bien
posible que dentro de pocas décadas las guerras por territorios y
esferas de influencia entre los estados queden definitivamente en el
pasado y la población del planeta tenga que consolidarse en la lucha
primitiva por la supervivencia de las humanidad como género. Algunos
científicos afirman que hay implementar ya una administración anticrisis
de la biosfera, porque mañana puede ser tarde.
nv/rl/ap
Ilyá Jarlámov / http://spanish.ruvr.ru