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Investigadores franceses durante
observaciones en el diapasón de rayos X , descubrieron una posible
fuente de rayos cósmicos de baja energía.
Aunque por el momento la
investigación se basa en datos indirectos, la hipótesis propuesta
concuerda con las ideas sobre los rayos cósmicos. Si las futuras
investigaciones llegan a comprobar la certeza de los científicos, se
podrá confirmar el descubrimiento de una nueva fuente de aceleración de
los rayos cósmicos – la interacción del viento estelar con el gas
interestelar.
Los rayos cósmicos son partículas
cargadas, en primer lugar, protones, aceleradas hasta energías bastante
altas. Su procedencia sigue siendo poco comprensible, aunque se supone
que buena parte de los rayos cósmicos dentro de nuestra Galaxia nacen en
los remanentes super nuevos. Aunque otras fuentes también son posibles y
tal como lo demuestran las recientes investigaciones realizadas por
astrofísicos de los laboratorios del Centro Nacional de Investigaciones
Cósmicas de Francia y del Comisariado para la Energía Atómica de
Francia, tenemos la posibilidad de investigarlas. El trabajo ha sido
publicado en la revista Astronomy and Astrophysics.
El
objeto de la investigación ha sido el Cúmulo Arcos, conocida
aglomeración de estrellas distantes a solo varios años luz del centro de
nuestra Galaxia. El cúmulo contiene cerca de un centenar de jóvenes
estrellas, cuyas masas son veinte veces superiores a la del Sol,
ubicadas de forma muy compacta, en el área de un diámetro de solo un año
luz. Lo que se investigaba directamente eran los rayos X de determinado
diapasón, que emiten los átomos de hierro.
Los
investigadores en cierto sentido comprobaron con anterioridad la
hipótesis de que cierta parte de los cúmulos de rayos X nacen como
resultado de la interacción de los rayos cósmicos de bajas energías con
el gas interestelar neutral. Tras demostrar la radiación que se obtiene
en este caso, ellos se pusieron a investigar los datos reales obtenidos
por el observatorio espacial de rayos X XMM-Newton.
El
cúmulo de rayos X nace como resultado de varios procesos y las
características de esta radiación correspondientemente se diferencian un
poco. Los autores analizan las propiedades de cada uno y llegan a la
conclusión de que uno de estos “elementos” coincide perfectamente con la
hipótesis sobre los rayos cósmicos de bajas energías, que, al penetrar
en el área del gas interestelar neutral, chocan con los átomos que lo
componen y los ionizan o los energizan. A la vez, los rayos X no son
generados por electrones, cuya energía es demasiado poca, sino por los
iones, o sea por los núcleos de hidrógeno y helio.
Los
investigadores no dan la respuesta a cómo nacen estos rayos cósmicos,
sino que exponen algunas hipótesis. De acuerdo con una de ellas, las
partículas se aceleran durante el choque de los flujos de viento estelar
de diferentes estrellas dentro de los cúmulos. Según la segunda
variante, que, al parecer, concuerda más con las observaciones, las
partículas se aceleran en la ola de choque entre la sustancia de los
cúmulos y el circundante gas interestelar.
Esta
hipótesis puede ser confirmada por el telescopio espacial de rayos gamma
Fermi de la NASA, que funciona en un diapasón más enérgico de energías.
La interacción de los rayos cósmicos de bajas energías con los átomos
neutrales del medio interestelar y con los iones acelerados puede
generar fotones gamma en cantidades suficientes para que Fermi pueda
registrarlos.
¿Qué falta hace esta investigación
complicada y en buen grado hipotética? Lamentablemente, no podemos
observar directamente todos los procesos, ni mucho menos, que tienen
lugar en el Universo. Un ejemplo lo tenemos en la acción de la energía
oscura, sobre la cual debemos conjeturar por la ubicación relativa de
los cúmulos galácticos a diferentes distancias de nosotros. Los rayos
cósmicos son un fenómeno no tan incomprensible, pero por ello más cómodo
para su estudio. Dado a que están cargados, son rechazados por los
polos magnéticos, e incluso en el caso de que lleguen hasta la Tierra,
no indican el lugar de su nacimiento. Además, los rayos cósmicos de
energías suficientemente bajas no llegan a la Tierra: la helioesfera les
cierra el paso. Entretanto, el significado que tienen para los procesos
que se operan en los sistemas estelares, puede ser bastante palpable. Y
esta nueva investigación reviste gran importancia porque procura, si
bien a base de datos indirectos, comprender el papel que pueden
desempeñar los rayos cósmicos de bajas energías en nuestro Universo, y
asimismo indicar las formas de su radiación.
mj/mo/ap
Olga Zakútniaya / http://spanish.ruvr.ru
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