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Los seres vivientes en la Tierra
desaparecerán del todo dentro de dos mil ochocientos millones de años,
como consecuencia de una canícula insoportable, provocada por el
envejecido Astro Rey, el que comenzará a hincharse y a convertirse en un
gigante rojo.
Los seres superiores perecerán
dentro de mil ochocientos millones de años, de suerte que, en el tiempo
restante quedarán con vida solo las bacterias que habitarán embalses de
salmueras ardientes en cavernas. Aunque, más tarde correrán la misma
suerte que todos.
Tal es la previsión que científicos
británicos ofrecieron, por primera vez, con una cronología de la
extinción de las especies terrestres. Los británicos imitaron el
crecimiento de las temperaturas no solo a partir de la luminosidad del
Sol, sino también del cambio de los parámetros de la órbita terrestre.
Los
astrónomos saben que las estrellas, similares al Sol, se tornan
gigantes rojos, y no existen razones para suponer que vaya a asumir un
desarrollo distinto. El Sol, al convertirse en gigante rojo aumentará de
dimensión en decenas de veces y su luz adquirirá un matiz rojo. La vida
en la Tierra será insoportable mucho antes de que el hinchado astro rey
comience a devorar las órbitas de Mercurio y de Venus y, de que en la
Tierra se evaporen los océanos. Elena Vorobiova, bióloga de la
Universidad Lomonosov de Moscú, concuerda con que las bacterias van a
ser los últimos seres de la Tierra, y es que ellas fueron también los
primeros:
—Hoy día existen también bacterias que
viven en depósitos de agua caliente y de elevado contenido salino
incluso. En general, las bacterias son los organismos más resistentes
que soportan condiciones fantásticas desde el punto de vista del ser
humano. Y es que, nosotros ya sabemos que con ellas comenzó la vida en
nuestro planeta, y que ellas justamente ayudaron a crear las condiciones
para la aparición posterior de las plantas y de los animales.
A
medida que se recalienta la Tierra, el desarrollo de la biósfera
experimentará un proceso inverso, desde los organismos más complejos se
volverá a los más simples. Es decir, todo el ciclo de la vida en la
biosfera se desarrolla en tres períodos: el unicelular, el multicelular,
y de vuelta al unicelular. El período medio, favorable para las formas
de vida complejas, no es muy prolongado. Es posible que tal esquema
sirva también para los sistemas planetarios no solares. De manera que,
si algún día nos topamos con la vida no terrestre, lo más probable es
que tenga su base en bacterias.
Resumiendo, los seres
más simples vivirán más que todos en la Tierra. Pero, ¿qué puede hacer
en tal caso la humanidad? Es posible trasladarse a Marte, prosigue Elena
Borobiova:
—En Marte existen reservas de agua en
la criosfera. El agua pasará al estado líquido con el calentamiento;
Marte comenzará a “animarse”. Es probable que se convierta en un lugar
de salvación para la humanidad, si las condiciones en la Tierra van a
ser del todo insoportables
El astrofísico Dmitri
Vibe del Instituto de Astronomía de la Academia Nacional de Ciencias
concuerda, pero con algunas salvedades:
—A medida
que se ensancha el Sol, las condiciones en Marte pueden llegar a ser
más cercanas a los terrestres. Pero, resulta difícil afirmar que, el
derretimiento del agua congelada lleve a la aparición de una atmosfera
confortable para nosotros. Existe la esperanza que, en un tramo corto de
tiempo Marte resulte más apto para ser habitado.
Más
adelante, habrá que trasladarse también de Marte. Para entonces serán
estudiados planetas en otras galaxias. Los interlocutores de La Voz de Rusia subrayan
sin pestañear que en más de algún lugar las condiciones serán con
seguridad aptas para las personas. Ellos concuerdan en general con las
ideas de los colegas británicos sobre el destino de las especies
terrestres, aunque no ocultan su escepticismo con respecto a la
cronología y a las cifras propuestas.
Resulta que los
procesos en la Tierra serán determinados no solo por el crecimiento de
la luminosidad del astro rey, o por el cambio de los parámetros de la
órbita terrestre, sino por el hecho de como reaccionarán a ellos la
atmósfera y la biósfera de la Tierra. Resulta muy difícil predecirlo,
razón por la que la ciencia contemporánea no es por ahora capaz de
prever los plazos del paso de una forma de biósfera a otra. Ni menos con
la precisión de una décima parte de mil millones de años.
sb/as
Borís Pavlishev / http://spanish.ruvr.ru
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