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Hace cinco años fue adoptado el
Protocolo de Kioto. El 31 de diciembre termina el primer período de
vigencia del documento, orientado a disminuir las emisiones de gases de
efecto invernadero a la atmósfera de la Tierra. Hasta la fecha la
postura hacia este documento no es unívoca.
Muchos países signatarios no han
decidido aún si van a cumplir en adelante las cláusulas del contrato.
Conforme a la concepción aprobada a finales de 2011, un nuevo acuerdo
debe entrar en vigor en 2020.
La finalidad del
Protocolo de Kioto consiste en aminorar la cantidad de emisiones de
gases-invernadero a la atmósfera . A grosso modo, el esquema es así: a
cada región le corresponde una cantidad determinada de emisiones
admisibles a la atmósfera. Las cuotas no empleadas pueden ser vendidas a
otras regiones.
En el lustro transcurrido los
signatarios del documento han disminuido las emisiones un 5 %. Los
defensores del Protocolo resaltan este resultado, elevado en su opinión,
e insisten en continuar el proyecto. Los escépticos afirman que la
situación ecológica ha mejorado debido a los cambios que se han operado a
nivel geopolítico. Todo se debe a la transformación de las economías en
el espacio postsoviético, así como a la reducción de las producciones
debido a la crisis económica mundial de 2008. Alexander Avérchenkov,
consultor de la representación del Programa del Desarrollo de la ONU en
Rusia, dice:
—A partir del año 1990 Rusia ha
reducido las emisiones en más del 30 %. Sí, esto se debe a la
disminución de la producción y al cambio de la estructura de la
industria en los años noventas. Pese a ello, estas medidas han
disminuido la carga sobre el clima. Y Rusia es líder incondicional en el
cumplimiento de los compromisos entre todos estos países.
Como
reconoció en entrevista a nuestra emisora Alexei Kokorin, coordinador
del programa “Clima y Energética” del Fondo Mundial para la Naturaleza,
que por los años noventas participó en la formulación del Protocolo,
asevera los autores del proyecto querían, en primer lugar, llamar la
atención sobre las mutaciones globales del clima.
—Se
planteaba la tarea de no tanto lograr una cifra concreta de disminución
de emisiones sino que promover a primer plano el tema del clima. Cuanto
se habla de ello puede evidenciar que se ha hecho mucho. Por supuesto
que esto fue propiciado por todo tipo de fenómenos: la inundación en
Nueva Orleans, el bochorno en Moscú… Pero el Protocolo de Kioto también
contribuyó a esto.
Existe asimismo
otro punto de vista: no hay calentamiento global alguno. Los informes
anuales de la Comisión para el Medio Ambiente de la ONU ponen de
manifiesto que la subida de la temperatura fue registrada a inicios de
los años noventas del siglo pasado. En la última década los índices
promediales no han cambiado prácticamente. O sea, no se comprueba el
factor humano de influencia sobre los cambios climáticos. De lo que
dimana que el Protocolo de Kioto no es sino un proyecto comercial,
resume Kirill Liats, director de la compañía “Metaprocess”.
—Muchos
especialistas se dieron cuenta de que la historia de l efecto estufa
está llamado a embaucar a la gente, a lo que se ha incorporado incluso
el ex vicepresidente de EEUU Albert Gore. Alguien pudo en su tiempo
tomar la iniciativa en sus manos y convertirla en un instrumento
comercial. Algunos hicieron su agosto con ello. Pero creo que, viendo la
postura de Norteamérica, es posible inferir que muchos valoran con
realismo este proceso y no quieren participar en tal juego.
En
la agenda está el destino ulterior del Protocolo de Kioto. Los expertos
convergen en la opinión de que su realización pierde sentido sin la
participación de gigantes como China, EEUU, India y otros países. El
futuro del proyecto será discutido en detalle por los países
participantes en la conferencia de la ONU sobre el clima que tendrá
lugar en la capital de Qatar en diciembre . Se prevé volver a esta
cuestión en 2015.
vs/rl
http://spanish.ruvr.ru
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