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© Foto: SXC.hu
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Un grupo de astrónomos de Gran Bretaña y
Alemania descubrieron un planeta en las proximidades de una estrella
semejante a nuestro Sol, a cuarenta y cuatro años luz de nuestro Sistema
Solar.
Por ahora, es el cuerpo celeste
más próximo a la Tierra fuera del Sistema Solar, donde las condiciones
son más o menos parecidas a las terrestres. El hallazgo fue hecho con
telescopios instalados en Chile.
Los planetas
extrasolares empezaron a ser descubiertos en los años 1990 con la
aparición de instrumentos mucho más sensibles. Desde entonces fueron
descubiertos unos ochocientos. La mayoría son gigantes gaseosos
parecidos a Júpiter, o cuerpos sólidos que orbitan cerca de una
estrella, dado que su superficie es candente. Para que las condiciones
en el cuerpo celeste sean apropiadas para la vida, parecida a la
terrestre, debe encontrarse a una distancia rigurosa de la estrella, ni
más ni menos, en la “zona de habitabilidad”. En agua, en caso de que
exista, permanece en estado líquido. Precisamente en tal zona se
encontraba uno de los tres planetas detectados por los astrónomos. Los
otros dos están fuera de esa zona.
Se aclaró asimismo
que el planeta tiene un movimiento de rotación axial. Esto eleva las
posibilidades de que allí pueda haber vida, tal como la entendemos
nosotros, dice el astrofísico del Observatorio de Púlkovo, Serguei
Smirnov:
—Lo
importante es que no haya un movimiento de rotación sincronizada, como
en la Luna, que hace que veamos siempre la misma cara, y que tenga no
solo un período de rotación anual en torno a la estrella, sino también
diario, diferente al anual. Esto es un ejercicio adicional para la
biosfera que allí podría surgir. El ciclo vital de la luz, la sombra, el
calor y el frío es muy importante para el momento ejercitante. La gente
se acostumbró a las oscilaciones de la luz. Nosotros soportamos la
oscuridad completa y también podemos permanecer en la playa o en la
nieve deslumbrante. Lo mismo pasa con el calor o el frío. Hay organismos
que en estos diapasones superan un poco al ser humano.
La
masa de dicho planeta es siete vez mayor a la de la Tierra. La elevada
fuerza de gravedad prácticamente no influiría sobre el clima, pero sí en
el tamaño de los hipotéticos seres vivo, prosigue Serguei Smirnov:
—Si
allí surgiera la vida en formas desarrolladas, como en los organismos
terrestres, por ejemplo, los elefantes, cabe suponer que bajo una gran
fuerza de gravedad ellos estarían comprimidos, serían de menor tamaño.
No podría haber ejemplares grandes.
Si bien
esta lógica pertenece a los filósofos del siglo XVIII, que reflexionaban
sobre la habitabilidad de Júpiter y Saturno, subraya el científico.
Ellos pensaban que los “habitantes” de Júpiter y Saturno eran de tamaño
pequeño. No sabían que en los gigantes gaseosos, en general, no hay
superficie sólida.
Por su parte, el jefe de sección del Instituto de Astronomía de la Academia de Ciencias de Rusia, Oleg Malkov, dijo a La Voz de Rusia que no debe ligar la presencia de la biosfera a las condiciones similares a las terrestres:
—Contamos
con un solo ejemplo de existencia de vida en el Universo – nuestra
propia vida. Por eso estamos buscando planetas que se parezcan a la
Tierra en todo: por la masa, por el radio, por la distancia que los
separan del astro central. Entonces es más probable que pueda surgir un
tipo de vida como la nuestra. Pero no se puede afirmar que la vida puede
ser únicamente como la nuestra.
En principio, Serguei Smirnov está de acuerdo:
—Las
reflexiones sobre la “zona de habitabilidad” corresponden al nivel de
la ciencia de mediados del siglo XX. Ahora se puede plantear de forma
mucho más amplia la cuestión de la existencia de vida en diferentes
diapasones de temperaturas y composición química, de las atmósferas
planetarias, de los océanos o superficies sólidas. En los últimos
tiempos se considera que en el Sistema Solar el cuerpo celeste más
apropiado para la vida no es Marte, sino los satélites de los planetas
gigantes, particularmente Europa, de proporciones similares a nuestra
Luna y cubierto con un grueso manto de hielo. Por lo visto, debajo de
esa capa se encuentran las reservas más grandes de agua líquida en el
Sistema Solar, en la cual puede haber vida.
Es más, los interlocutores de La Voz de Rusia
indican que la vida extraterrestre no obligatoriamente debe tener como
base los mismos elementos que en la Tierra: carbono, hidrógeno, oxígeno y
fósforo. Teóricamente son posibles las formas de vida
sulfúreo-fosfórica, silícea. Éstas no necesitan una atmósfera con un
alto porcentaje de oxígeno como en la Tierra. La atmósfera de ningún
exoplaneta contiene oxígeno. Los espectrógrafos modernos lo hubiesen
detectado. Dicho sea de paso, tampoco lo hubo en el aire de la Tierra
temprana, cuando aparecían los primeros microorganismos. Solo mucho
después, gracias a los vegetales y la fotosíntesis, el contenido de
oxígeno empezó a aumentar.
Los ritmos de
descubrimiento de nuevos exoplanetas aumentan de forma permanente. Y,
durante muchas décadas, éste será un tema inquietante tanto para los
biólogos como para los astrofísicos. Hay que prepararse para las
sorpresas.
mj/mo/ap
Boris Pávlischev / http://spanish.ruvr.ru
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