Se trata de una nueva forma de ver nuestro planeta y su estructura.
Las
placas tectónicas de las que están formados los continentes y los
fondos oceánicos están a la "deriva" sobre el manto exterior, el más
cercano a la corteza terrestre. Los desplazamientos de las placas
provocan terremotos, erupciones volcánicas, tsunamis, etc. Hasta hace
poco, se consideraba que estos movimientos eran causados solo por el
manto exterior, mientras que el inferior apenas si intervenía en los
procesos sísmicos. Pero ahora, ha surgido un motivo para revisar esta
teoría.
Un equipo de investigadores del Instituto
moscovita de Cristalografía y del Instituto de Estudios Nucleares de la
Academia de Ciencias de Rusia, con el doctor Ígor Liubutin a la cabeza,
descubrió condiciones en las que la ferropericlasa —uno de los
principales minerales del manto inferior compuesto de átomos de oxígeno,
magnesio y hierro— adquiere nuevas propiedades magnéticas y se
convierte en un conductor de electricidad y calor.
Resulta
que a una cierta profundidad, en el interior de la Tierra, tiene lugar
un proceso constante en el que una sustancia muy común allí cambia de
propiedades. Este proceso conlleva el cambio de propiedades magnéticas
del mineral, así como su capacidad de conducir el calor y la
electricidad y, por supuesto, la densidad. La metamorfosis de estas
características es lo que suele ser responsable de los trastornos
sísmicos.
Estos nuevos datos permiten arrojar luz sobre una serie de fenómenos que hasta ahora no tenían una explicación científica.
Los
resultados obtenidos desafían las hipótesis existentes sobre la
estructura de la Tierra y hacen posible penetrar algo más en los
procesos que ocurren en el interior de nuestro planeta. Por un lado, el
descubrimiento plantea un sinfín de nuevos interrogantes y, por otro,
anima a revisar los conocimientos ya existentes del manto terrestre y de
la estructura del planeta en general.
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