Según su teoría, el fondo del océano
subglacial de esa luna jupiteriana puede contener microorganismos vivos
que se alimentan de la luz infrarroja.
La fotosíntesis
infrarroja también puede generar energía mediante transformación de
compuestos de azufre. En este proceso no participa la luz solar, a la
que estamos acostumbrados los terrícolas.
Rolando
Cárdenas sostiene que el océano de Europa cubierto por una gruesa capa
de hielo puede recibir aguas procedentes de las entrañas del planeta.
Estas aguas son muy calientes, entran a una enorme presión y se enfrían
de inmediato. La diferencia de temperaturas puede alcanzar cientos de
grados centígrados. El proceso libera cuantos de luz infrarroja.
La
hipótesis del investigador cubano parte de los datos obtenidos por el
canadiense Thomas Beatty que hace ocho años descubrió bacterias en la
Tierra que viven de la fotosíntesis infrarroja. Las encontró en un
volcán submarino en el litoral de México, a una profundidad de más de
dos mil metros, donde la oscuridad es absoluta. La radiación infrarroja
de los chorros de agua caliente sirve para que las células transformen y
asimilen compuestos de azufre acumulando energía. Estos microorganismos
se exponen a los rayos infrarrojos formando estructuras semejantes a
antenas gigantes.
La bióloga rusa Elena Vorobiova, de la Universidad Lomonosov de Moscú encuentra interesante la idea de Cárdenas:
—Debemos
considerar este fenómeno como uno de los posibles orígenes de la vida y
sistemas biológicos complejos en cuerpos planetarios. Pero sabemos muy
poco incluso de Marte como para hablar de alguna forma distinta del
desarrollo de su biosfera, si tal existía. Los satélites de Júpiter que
son de hielo difieren mucho de la Tierra e incluso de Marte y deben
tener sus peculiaridades.
La fuerza con que
Júpiter actúa sobre diversas partes de su satélite no es igual. Esto,
según Rolando Cárdenas, provoca una deformación en las entrañas de
Europa y el calentamiento de su núcleo. De ahí, los chorros de agua
caliente en el fondo oceánico. He aquí lo que dice al respecto nuestro
experto Zorigto Namsaraev, del Instituto de Microbiología Vinogradski de
la Academia de Ciencias de Rusia:
—Lo
que se dice del calentamiento gravitacional del núcleo de Europa son
puras teorías. Hay distintos modelos. Pero surge otro problema. Hay que
tener cierta idea de la composición química del océano líquido bajo
hielo. Algunos modelos sugieren que son aguas muy saladas que hacen
prácticamente imposible el desarrollo de muchos grupos de
microorganismos.
La hipótesis del científico
cubano es audaz pero no tan nueva como parece. Hay muchas teorías sobre
la existencia de la vida en cuerpos espaciales. En su mayoría, están
basadas en descubrimientos hechos en la Tierra. Teóricamente, similares
procesos pueden desarrollarse también en Europa, prosigue el
investigador ruso:
—La
astrobiología ha registrado importantes avances en los últimos años.
Últimamente prevalece la opinión de que la vida es un fenómeno universal
que tiene manifestaciones también fuera de la Tierra. Pero aún no
podemos decir qué formas tiene y si es activa hasta cierto grado o
permanece congelada.
Para comprobar las
hipótesis sobre la vida en Europa hay que enviar sondas espaciales a ese
satélite con tal de tomar muestras de su agua subglacial. La tarea
puede resultar imposible porque el hielo que cubre el océano de Europa
tiene cientos de metros de espesor. Se estima que una estación
interplanetaria podría visitar el satélite apenas en la segunda mitad de
la década del 2020. Rusia que tienen muchas experiencias en la creación
de aparatos espaciales de descenso podría fabricar uno para explorar
Europa.
Foto: NASA
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