Tres investigaciones distintas confirman en Science que la nave, el artefacto humano que ha llegado más lejos, atraviesa una región desconocida en el borde del Sistema Solar
NASA/JPL-Caltech
La nave espacial Voyager 1, lanzada al espacio por la NASA hace más de 35 años, se ha adentrado en una región desconocida del Sistema Solar,
en el límite del espacio interestelar, según confirman tres
investigaciones independientes publicadas esta semana en la revista Science.
Esta región inesperada de la heliosfera, la burbuja de partículas
cargadas que emite el Sol en todas direcciones y envuelve nuestro
sistema planetario, puede ser la última frontera que le quede a la sonda
por cruzar para volar por fin hacia las estrellas.
La Voyager 1, el artefacto humano que ha llegado más lejos,
se movió hacia una región turbulenta de la heliosfera, conocida como
heliofunda, en 2004. Desde entonces, los astrónomos esperaban
ansiosamente la ocasión en que entrara en el espacio abierto, un hito
que, cuando se produzca, será señalado en los libros de historia. Pero
no ha ocurrido así, de momento. La Voyager 1 parece haberse desviado a
través de una frontera previamente no identificada de esa gran burbuja
protectora, en una sección que los investigadores han bautizado como «región de agotamiento de la heliofunda». Por allí la sonda se ha paseado hasta en cinco ocasiones distintas en el último año.
Los investigadores han llegado a esta conclusión tras
realizar varias lecturas y mediciones tomadas por la nave. El equipo de
Leonard Burlaga, del centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA,
comprobó que cada vez que la Voyager 1 entraba en ese territorio
inexplorado, la fuerza del campo magnético de la heliosfera aumentaba
abruptamente, mientras que el número de partículas cargadas caía con
fuerza.
Otro equipo de investigación, dirigido por Stamatios
Krimigis, del laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns
Hopkins, informa de la existencia de un aumento repentino de los rayos
cósmicos que vienen del espacio abierto junto con una notable
disminución de las partículas del Sol. El tercer grupo, encabezado por
Edward Stone, del Instituto Tecnológico de California, también observó
que los iones de baja energía de la heliosfera se desvanecían
repentinamente y eran reemplazados por una entrada de rayos cósmicos
cuando la Voyager 1 se aventuraba en la nueva zona, aunque precisan que
las lecturas del campo magnético de la nave indicaban que esta ha
permanecido en todo momento dentro de la burbuja invisible del Sistema
Solar. Tomados en su conjunto, estos hallazgos sugieren que esta nueva
región desconocida podría ser parte de una zona de contacto más grande
entre la heliosfera y el resto del espacio cósmico.
Hasta 2025
La Voyager 1 fue lanzada en septiembre de 1977 pocos días después de que lo hiciera su gemela, la Voyager 2,
ambas con la misión de explorar el Sistema Solar. La primera se
desplaza a 17 km por segundo y sus datos tardan más de 16 horas en
llegar a la Tierra. La segunda se encuentra ahora a más de 15.000
millones de km del Sol. Entre las dos han «visitado» Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno,
y 48 de sus satélites. Sus baterías de plutonio están diseñadas para
funcionar hasta 2025, momento en que dejarán de enviar datos a nuestro
planeta. Ambas llevan una grabación en un disco de cobre con sonidos e
imágenes de la vida y la cultura terrestres seleccionados por un comité
de expertos presidido por el científico Carl Sagan.
j. de jorge
http://www.abc.es
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