domingo, 16 de junio de 2013

La cita con el ginecólogo no se deja para después


Hay citas de citas. Citas que marcamos en el calendario con rotulador, citas que guardamos en el móvil con una alarma, citas imperdibles: con el amor de tu vida, con la persona que te entrevistará para tu trabajo soñado, con esa amiga que siempre organiza tu cabeza. Una de esas citas debe ser con tu ginecólogo, ese experto en tu salud que necesita tu tiempo y tu confianza
 
“Cada día mueren dos mujeres en España con cáncer de cuello uterino”. Así de contundente es el doctor José María Lailla, presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO).
Esa cifra podría disminuir considerablemente si las mujeres nunca aplazaran sus controles. Sin embargo, muchas lo hacen porque tienen mejores planes, porque lo olvidan, porque temen el encuentro con la incómoda silla ginecológica o porque se sienten bien. Grave error.

Ir para prevenir

Lailla comenta que “lo ideal es que un 70% de las mujeres se controlen”, pero que las estadísticas se mantienen por debajo de ese promedio, por lo cual insiste en la “necesidad de la medicina preventiva” que salva vidas cada día.
“Ir al ginecólogo no es igual que ir al otorrino o al oftalmólogo. Hay mujeres que tienen cierto rechazo por temor, pudor o porque se sienten bien”, dice Alejandro Celma Bueso, ginecólogo de IDC Salud para el Centro de Salud de Argüelles, y agrega que, a pesar de eso, la mayoría tiene claro que esta cita es muy importante, mucho más que cualquier tabú.
Celma coincide en la importancia de la prevención. Dice que el término “cita ginecológica” ha trascendido a “promoción de salud ginecológica de la mujer” y que diagnostican “gran cantidad de problemas que no tienen sintomatología”. Las que no le fallan al ginecólogo saben lo que hacen.
“En la visita nos centramos en los dos únicos tipos de cáncer ginecológico que podemos detectar de forma precoz y que podemos curar la mayoría de las veces: el cáncer de mama y el de cuello de útero”, explica Celma.
El cáncer de cuello uterino ocupa un gran porcentaje de las charlas de los ginecólogos con sus pacientes. Celma cita los datos de la Asociación Española contra el Cáncer: “es más frecuente entre mujeres de 35 a 50 años y se suelen diagnosticar unos 2.000 casos al año”. Conviene revisar esta enfermedad con lupa.
Este cáncer siembra marcas silenciosas antes de atacar realmente: “conocemos la patología del cáncer de cuello uterino del que tenemos un indicador: la infección por el Virus del Papiloma Humano (VPH); además están las lesiones benignas, pero con potencial de malignización. Si resolvemos estas lesiones, probablemente evitaremos este cáncer”, enfatiza Lailla.


 EFE/Alberto Martín
 

Celma dice que, además, da un margen de tiempo para vencerlo: “Desde que se produce el contagio de VPH en parejas que no se cuidan hasta que aparecen las primeras lesiones precursoras, pueden pasar de 5 a 10 años”. Aún así, el número de casos no disminuye.
La Asociación Española de Patología Cervical y Colposcopia sugiere en su sitio web que a los 35 años las mujeres añadan un test de VPH a la citología y Celma recomienda “una citología cada año, durante dos años seguidos a partir de los 21 años, o tres años después de las primeras relaciones sexuales. Y, posteriormente, cada tres años, hasta los 65”.
El cáncer de mama es el otro gran enemigo que deja pistas con antelación. El principal grupo de riesgo es el de las mujeres entre 50 y 69 años, que deben hacerse la mamografía cada dos años, sí o sí.
Las mujeres más jóvenes no deben bajar la guardia: “Estamos viendo cánceres de mama en edades más tempranas, incluso por debajo de los 30 años. Se ha hablado de factores ambientales, de tabaquismo y de tóxicos que desconocemos, por desgracia”. Las mujeres entre 40 y 50 años deben estar atentas.

Cuándo, cada cuánto y cómo

La primera cita con el ginecólogo debe ser en el momento justo: “aconsejamos una visita desde que la mujer tiene sus primeras relaciones sexuales”, dice Celma y añade que las mujeres están entrando a consulta “cada vez en edades más tempranas, a partir de los 14, 15, 16 años”.
Este grupo recibe atención especial con fines educativos porque “los jóvenes se cuidan muy poco” y porque ven “cada vez más embarazos no deseados”. Los expertos también quieren inculcar en los adolescentes la importancia de prevenir enfermedades de transmisión sexual como el VPH.
 EFE/David de la Paz
“Estamos viviendo en una sociedad en la que hay mucha información, pero los jóvenes están muy desinformados al respecto”, sentencia Celma.
A partir de esa primera cita, el esquema debe ser riguroso y periódico. Aunque el número de visitas varía de una paciente a otra, porque se personaliza dependiendo de antecedentes y patologías, Lailla sugiere como norma general “una visita cada dos años, que coincidiría con una mamografía cada dos años y la posibilidad de hacer el resto de los estudios”.
 
Cabe destacar que no todas las consultas requieren citologías o pruebas y que muchas consisten en una simple exploración después de una charla con la que los médicos buscan, como dice Celma, “crear hábitos saludables en relación a la salud sexual y reproductiva”. Pero, el éxito de esas charlas no sólo recae en el ginecólogo.
Lailla dice que la historia clínica es una obra con la firma del paciente y que los médicos sólo la transcriben y la interpretan, por eso, lo único que debe llevar una mujer al encuentro con su ginecólogo es la información clara (menstruaciones, anticonceptivos, irregularidades, embarazos, intervenciones, etc.), la confianza en alto para tocar todos los temas, por muy incómodos que sean, y la mente abierta para saber escuchar.
“Vivimos en una sociedad tecnificada en la que a veces nos olvidamos de hablar y, muchas veces, el 50, 70 u 80% de una visita médica es simplemente hablar, orientar, tranquilizar, informar y poca cosa más”, concluye Celma.

LUCÍA ROBLES

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