Una fuerte tormenta geomagnética puede provocar un
corte de energía y dejar a las naciones occidentales sin electricidad
durante meses.
Según un nuevo informe, este escenario ocurriría debido a
que el Sol se acerca a la cúspide de su ciclo.
Es un hecho conocido que la actividad solar está interconectada con
los campos geomagnéticos de nuestro planeta y que afecta la vida normal
en la Tierra, por ejemplo, provocando interrupciones eléctricas
generalizadas. Actualmente la actividad del Sol se aproxima a lo que se conoce como 'máximo solar' y se espera que el máximo de este ciclo se alcance en 2015.
¿Escenario nefasto?
El estudio, elaborado por la aseguradora británica Lloyd's of London y el grupo de Investigación de la Atmósfera y el Medio Ambiente, presenta un panorama apocalíptico puesto que se cancelarían servicios de
los que depende la vida de la gente en la actualidad. Por ejemplo, los
sistemas de control de tráfico aéreo se detendrían, lo que podría
provocar colapsos en el cielo. Los satélites que posibilitan las redes
de telecomunicaciones del mundo dejarían de funcionar . Los enfermos que dependen de aparatos eléctricos podrían perder la vida.
También podría darse el caso de que los clientes reclamaran
responsabilidade al considerar que las compañías no tomaron medidas de
prevención suficientes durante un apagón, lo que tendría consecuencias
importantes para la industria de seguros.
De acuerdo con el informe, los costos económicos serían catastróficos.
El coste total de este escenario en Europa y América del Norte se estima
en 2,6 billones de dólares si la carencia de energía durara cinco
meses.
Secuelas más graves que en el pasado
Según el informe, las tormentas solares ocurren
aproximadamente cada 150 años. La última de ellas fue la conocida
fulguración de Carrington, una tormenta geomagnética que en 1859 causó
interferencias en las líneas de telégrafo de todo el mundo y durante la
cual se observaron auroras muy brillantes. Pero eso ocurrió cuando las
personas no eran tan dependientes de la electricidad.
En 1989 una gran tormenta geomagnética provocó un apagón en Quebec que
dejó a cinco millones de personas sin electricidad durante nueve horas
en invierno. El incidente costó 12.700 millones de dólares
estadounidenses, las agencias espaciales de varios países perdieron el
rastro de algunos de sus sondas y satélites.
Actualmente hay cuatro satélites que pueden advertir a la Tierra de una
tormenta de este tipo y permitir a los operadores prepararse y tomar
medidas preventivas antes de la tormenta, aunque el informe agrega que
la fuerza de la tormenta solo puede saberse entre 15 y 30 minutos antes
de su llegada.
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