Introducirse alcohol directamente por la
vagina, el ano, el ojo o inhalándolo con un dispensador son las fórmulas
más osadas que encuentran algunos jóvenes para esquivar el filtro
hepático y absorberlo en sangre. Las consecuencias son destructivas
Cuando hace un par de veranos comenzó a escucharse y a
tener noticias de aquella práctica temeraria consistente en que algunos
jóvenes encontraban excitante lanzarse desde un balcón a una altura elevada hasta caer en una piscina, normalmente del mismo hotel o urbanización donde se alojaban durante sus vacaciones estivales, el llamado «balconing» ya parecía una verdadera locura. Difícil de superar. Con asiduidad, además, estos aventurados saltos iban regados de litros y litros de alcohol.
Las modas y tendencias importadas de países extranjeros en las que los
grados etílicos tienen su preponderancia parecen alcanzar un nuevo cenit
en las últimas semanas con varias experiencias irreflexivas que ponen a prueba la propia vida
de los adolescentes. Todas ellas tienen nombre sajón, ya que proceden
en su mayoría de Estados Unidos y Gran Bretaña, aunque también se han
detectado numerosos casos en países iberoamericanos y de Europa del Este y debido a su mayor penetración han sido más estudiados: se las conoce como el «tampodka» o «tampax on the rocks», «eyeballing» y «oxy-shots», todas ellas desviaciones del fenómeno llamado consumo «binge drink»,
que no es otra cosa que ingerir la mayor cantidad de alcohol por parte
de muchachos ávidos de osadas experiencias en la mayor brevedad posible.
Con ello se eludiría un posible control de alcoholemia, se justifican
quienes lo práctican, se evita el aliento alcohólico porque no se mete
por la boca y también esgrimen que consiguen un «colocón» por la vía
rápida.
Y son esos los alicientes que encuentra la juventud en este
reguero de «locuras» de nombre inglés. «El efecto imitación» está
detrás de muchas de estas prácticas, asegura el pediatra gallego
acreditado en Medicina de la Adolescencia, José Luis Iglesias Diz, que no acaba por más que ver en este tipo de prácticas una moda «como ponerse un piercing»
aunque en ella entran en juego muchos más efectos contraindicados para
la salud. «Buscan la inmediatez en su forma de ocio y su gratificación
potente e instantánea -advierte el psicólogo Ángel Peralbo, durante una entrevista con ABC.es-. El colmo es que se liga al consumo de alcohol también la consecución de sexo fácil,
y paradójicamente, está introduciendo una cultura muy negativa para
esas relaciones sexuales». Es más, los efectos de estas prácticas, como
veremos, son perniciosos para mantener sexo en tales condiciones y
colocan a muchos jóvenes en un estado «al borde del precipicio», añade
este experto en el tratamiento de jóvenes con problemas.
¿En qué consisten exactamente?
El «tampodka» resulta de la fusión de los términos «tampón» y «vodka» y no es otra cosa que la introducción vía vaginal de un tampón impregnado en alcohol
de alta graduación, normalmente whisky o vodka. Desde esta zona, muy
irrigada, el alcohol pasa directamente a la sangre y los síntomas de la
borrachera se producen con mayor intensidad y celeridad. Es tan
alarmante la práctica que, ante la detección de cuatro muchachas asturianas de 14 a 19 años,
ingresadas esta primavera en sendos hospitales de la región con
indicios de haberse introducido un tampón empapado en alcohol, el
consejero de Sanidad autonómico provocó una especie de tormenta política
al aseverar que se trataba, como aseguran varias páginas web y foros de
expertos en Ginecología y Obstetricia, de una mera «leyenda urbana».
Poco tardaron algunos facultativos, como el doctor Benjamín Climent, jefe de la Unidad de Toxicología Clínica del Hospital General de Valencia, en tratar de acallar bocas y afirmar que esta moda se conoce y se da entre los adolescentes. Prueba de ello son esos cuatro casos de intoxicación etílica registrados en Asturias, a los que Climent añadió la seguridad de que la práctica «es una realidad» ya reseñada en algunos servicios de urgencias hospitalarias del país y cuyos efectos sobre la salud son «demoledores», advirtió sin ambages.
Poco tardaron algunos facultativos, como el doctor Benjamín Climent, jefe de la Unidad de Toxicología Clínica del Hospital General de Valencia, en tratar de acallar bocas y afirmar que esta moda se conoce y se da entre los adolescentes. Prueba de ello son esos cuatro casos de intoxicación etílica registrados en Asturias, a los que Climent añadió la seguridad de que la práctica «es una realidad» ya reseñada en algunos servicios de urgencias hospitalarias del país y cuyos efectos sobre la salud son «demoledores», advirtió sin ambages.
Varias periodistas experimentaron en primera persona si el «tampodka» era verídico
En palabras del doctor Gerardo Ventura, se
trata de una «aberración» que le deja «estupefacto» como ginecólogo
veterano que es. «Lo de emborracharse de manera rápida por vía vaginal
con un tampón empapado no tiene fundamento médico ninguno. Creo
que puede responder más a un tipo de tendencia propagandística que
insiste en recalcar que el mejor anticonceptivo es la vía vaginal»,
sugiere. El doctor Ventura no pone sordina, sin embargo, en los efectos
que ocasiona este tipo de experimentos: «Destruye la flora vaginal, y
produce abrasamiento» en las partes genitales. A ello se añade, como
también recuerda el pediatra Iglesias Diz, que «la alteración en la
flora vaginal puede conllevar que las relaciones sexuales sean más
dolorosas». Agrega: «El alcohol reseca, es un antiséptico, y es cierto
que si se introduce por vía vaginal y no pasa por el hígado, se absorbe
directamente en sangre y no se metaboliza como por el hígado». Cabe
decir que entre los chicos la moda es la de introducirse el tampón también empapado por el recto, ocasionando igualmente graves perjuicios en el ano de los muchachos.
El alcohol directo a la córnea
En el caso del «eyeballing», aún va más allá, puesto que introducen el alcohol en la córnea como si fuese un colirio,
cogen una botella y se lo echan directamente en el ojo, lo que ocasiona
no solo conjuntivitis en el menor de los casos, sino lesiones de
córnea, en la mucosa…., coligen los especialistas. Estos expertos ponen
un ejemplo muy claro: si el agua yodada del mar afecta a los ojos porque
el PH está por encima del habitual de los ojos, ponerse alcohol de 40
grados en el ojo puede provocar lesiones corneales imborrables que conduzcan, incluso, a la ceguera. El «eyeballing» es la traducción de introducir alcohol en el ojo, directamente, sin escudos protectores.
La tercera de estas tendencias que los expertos juzgan como
propias de un «botellón» en el que los muchachos se socializan, ven
esta práctica, la emulan y siguen al aventurado que las inicia, es el
«oxy-shots», que consiste en inhalar chupitos de alcohol a través de un sistema de inhalación como los asmáticos,
para absorber el alcohol más velozmente por vía aérea. Esta práctica de
ingerir alcohol en dispositivos de nebulización junto con oxígeno al
igual que en los tratamientos broncodilatadores, como las anteriores,
«daña el sistema nervioso» y esquiva el filtro hepático de la sustancia
tóxica, además de que «podría acarrear patologías pulmonares graves»,
anuncia el doctor Climent. Es la que data de mayor antigüedad: la voz de alarma se dio en el verano de 2011.
La voz de alarma sobre que jóvenes inhalaban alcohol saltó en 2011
A la llamada y seguimiento en las redes sociales acuden los
muchachos que «van y lo hacen porque quieren probar cuestiones de alto
riesgo», atestigua. «Las redes actúan a modo de altavoz», describe
Peralbo. Y para combatirlas, un solo consejo a los padres: «Ser un poco
más listos que los hijos. Tener una comunicación temprana con ellos
sobre todas estas cuestiones, modas pasajeras y, sobre todo, explicarles
sus consecuencias. Han de estar informados muy bien, que a veces parece que nos hemos caído del guindo,
y no sabemos que existen estas prácticas; pero no se les debe contar
solo cuando vayan a salir, sino antes, que vean noticias, que hablar de
esto que no es tabú, y es necesario contarles la realidad desde todos
los ángulos, no de manera indirecta», recomienda.
El pediatra gallego ahonda, por su parte, en que sería necesario implementar unas lecciones de Medicina de la Adolescencia en las escuelas, que tanto bien harían, aunque como padres, el consejo es que «estén un poco alerta, atentos a los momentos de la adolescencia y que no hagan como el avestruz. Hay que estar informados de la vida del adolescente y mantener con ellos un fluido diálogo. Pocas veces confrontamos opiniones y la clave es adquirir cierto grado de competencia y no ser castigadores con ellos».
El pediatra gallego ahonda, por su parte, en que sería necesario implementar unas lecciones de Medicina de la Adolescencia en las escuelas, que tanto bien harían, aunque como padres, el consejo es que «estén un poco alerta, atentos a los momentos de la adolescencia y que no hagan como el avestruz. Hay que estar informados de la vida del adolescente y mantener con ellos un fluido diálogo. Pocas veces confrontamos opiniones y la clave es adquirir cierto grado de competencia y no ser castigadores con ellos».
Aun con todo, los expertos interpelados advierten que las
modas que siguen los jóvenes son, en gran parte de las ocasiones y
viendo los terribles efectos que pueden ocasionarles, una incógnita de
proporciones inasibles.
ÉRIKA MONTAÑÉS
http://www.abc.es
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