Canales kilométricos de irrigación o la construcción de pirámides, algunos de los mitos sobre el planeta rojo
Imaginen Marte lleno
de canales de miles de kilómetros excavados en la superficie para
transportar agua desde los polos helados hasta el ecuador. De zonas
donde el óxido de hierro que confiere el color rojizo característico del
planeta dejase paso a lugares con frondosa vegetación. E incluso con
magníficas pirámides para ser exploradas.
Sin
duda parece un capítulo de una novela de ciencia ficción. El flamante
Curiosity no va encontrar nada de eso. Pero hasta no hace tanto tiempo
importantes científicos y astrónomos teorizaban sobre estas
posibilidades.
Marte
siempre ha fascinado a la humanidad. Su destello rojizo en el
firmamento hizo que se le asociara con la sangre. Los romanos le
nombraron dios de la guerra y, quizás por eso, la posibilidad de que
albergara vida ha generado una mezcla de temor y expectación.
A finales del siglo XIX la pasión por la astronomía se
había desatado. La novela de ciencia ficción daba sus primeros
magníficos pasos y ofrecía la posibilidad de viajar a otros planetas o
la llegada de alienígenas nada pacíficos a la Tierra, como en la
historia de H.G. Wells.
Pero
este auge también vino acompañado de progresos científicos como el
descubrimiento de Neptuno y otros objetos celestes. Y es que los avances
técnicos permitían la construcción de telescopios cada vez más grandes y
precisos para observar los planetas, y en especial, Marte.
En 1877 el astrónomo italiano Giovanni Schiaparelli aseguró haber observado lo que parecían canales en el planeta rojo. Pero fue el prestigioso matemático y astrónomo estadounidense Percival Lowell quien se atrevió a hablar claramente de marcianos en la primera década del siglo XX.
Según
su teoría, los canales de miles de kilómetros que surcaban la
superficie de Marte eran monumentales construcciones hidráulicas
realizadas por los habitantes del planeta. Su función era transportar el
agua de los polos marcianos a las zonas más cálidas del ecuador. Lowell
era un científico respetado, de hecho era profesor del Instituto
tecnológico de Massachusetts, por lo que sus palabras tuvieron gran
repercusión.
Sin embargo, la posibilidad de que existiera vida inteligente en Marte generó
agrias polémicas en la comunidad científica. Las imágenes
proporcionadas por la sonda Mariner 4 en 1965 mostraron una superficie
árida y desértica de Marte sin rastro alguno de esos canales de Lowell.
La cara de Marte
Marte
es, sin duda, el objeto celeste más observado y estudiado. Sin embargo,
la ingente información lograda por las sondas espaciales que orbitan el
planeta, o que incluso recorren su superficie, lejos de acabar con
teorías fantasiosas sobre la existencia de vida inteligente, han
multiplicado los mitos.
Una
de las imágenes que alimenta estas leyendas fue captada por la sonda
Viking 1 en 1976. En esa fotografía se observaba un montículo que
parecía tener la forma de un rostro humano. La figura, ubicada en la
región de Cidonia, mide unos 3 kilómetros de largo por 1,5 de
kilómetros.
Las especulaciones se dispararon. Los partidarios de vida inteligente
la arguyeron como una prueba de la existencia de una civilización
marciana. Sin embargo, imágenes posteriores de sondas a mayor resolución
dieron la razón a la NASA y mostraron que en realidad se trataba de una
figura geológica natural.
La pirámide es
una de las figuras geométricas más comunes representadas por todas las
culturas: egipcios, aztecas, mayas, chinos... Todas estas civilizaciones
han levantado estos enormes monumentos.
Pero ¿existen pirámides en Marte? Una vez más la sonda Viking sorprendió
al mundo con unas imágenes en las que aparecían figuras piramidales en
la superficie marciana. Una vez más, nuevas fotografías de mayor calidad
aclararon años después que se trataba de formaciones naturales. Todavía
habrá que esperar para resolver la pregunta más importante de la
humanidad: ¿Estamos solos?
D. VALERA / http://www.abc.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario