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Foto: La Voz de Rusia
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Especialistas del Instituto Internacional de Investigaciones SETI advierten que hasta la Tierra vuelan tres gigantes objetos no identificados que pueden ser de procedencia extraterrestre.
Todavía es considerable la
euforia de las películas en Discovery Channel, complementadas con el
escalofriante comentario de Stephen Hawking, probablemente, uno de los
físicos teóricos más influyentes en el plano científico y laureado del
premio Nóbel, cuando pronunció la espectacular declaración de que, es
casi seguro de que existen seres extraterrestres, y que la humanidad
debe evitar cualquier contacto con ellos. No es la primera vez que el
científico delibera sobre los mundos extraterrestres. Hawking se cubrió
de fama con el libro “La historia breve del tiempo”, sobre el origen del
Universo. En la nueva serial declaró que, existen formas de vida
distintas en muchos rincones del Universo, pero los extraterrestres
pueden aprovechar solo la Tierra como fuente de recursos para ocuparla y
seguir adelante el viaje.
Los estadounidenses se
ocuparon ya del problema de la identificación de alienígenas solo a
nivel genético, por ahora. Gary Ravkan, profesor de Genética de la
Escuela de Medicina de Harvard inventó un chip capaz de determinar la
existencia de fragmentos de ADN de alienígenos. Se calcula que este chip
será empleado dentro del complejo de investigaciones del futuro martejod.
El polvo marciano va a dar a una solución especial que lo procesa con
ultrasonido para la destrucción de posibles fragmentos orgánicos, y
luego es analizado por el chip para detectar la supuesta existencia de
ADN.
“Planetícolas verdes”, llamando, llamando...
Hace
ya varias décadas que la humanidad se ocupa de la búsqueda de la vida
fuera de nuestro planeta. Científicos norteamericanos decidieron, para
fundamentar la necesidad de la búsqueda de la vida racional en el
cosmos, aplicar la paradoja del famoso físico Enrico Fermi, la que
entienden como la contradicción entre la alta probabilidad de la
existencia de vida racional en el Universo, y la ausencia de signos
visibles de dicha existencia. El científico se formuló una simple
pregunta: “Si son tantas las civilizaciones extraterrestres, ¿dónde
están?”.
Los norteamericanos propusieron una solución
de esa paradoja. Ellos establecieron que, de suponer que la media del
tiempo de vida de una civilización racional en nuestra Galaxia es igual a
mil años (los terrícolas están enviando al cosmos señales radiales hace
tan solo unos cien años), en la Vía Láctea pueden existir, sin
conocerse, más de doscientas civilizaciones. Pero los británicos fueron
mucho más allá. En la Universidad de Edimburgo estiman que, en nuestra
Galaxia existen, por lo menos, trescientas sesenta y una civilizaciones
racionales, y que su número máximo es de treinta y ocho mil.
Los
éxitos en teoría entusiasman no solo a los científicos del SETI, sino
también a voluntarios de todo el planeta que, desde la década del
sesenta del siglo pasado, intentan captar señales radiales de mundos
ignotos. En 1977, un radiotelescopio de la universidad de Ohio captó una
señal de treinta y siete segundos de duración. La señal venía desde la
constelación de Sagitario y era la más fuerte de todas las captadas
anteriormente. En 2004, el radiotelescopio en Arecibo, Puerto Rico
transmitió una “señal de llamada”, que recibió el signo de SHGb02+14ª, y
que partía de aquella parte del Universo, donde la constelación de
Aries colinda con la de Piscis.
Los últimos datos
publicados en 2008 por científicos norteamericanos, que trabajan en el
programa de búsqueda de civilizaciones extraterrestres, pueden ser
definidos perfectamente de sensacionales. Un sistema sideral próximo a
la Tierra puede representar una copia exacta de nuestro sistema solar,
solo que en la fase primaria de desarrollo. De esta manera, no se
descarta que el hombre copiara en sus días la creación, que vivió hace
millones de años en mundos lejanos.
El químico sueco
Svante Arrhenius, uno de los primeros laureados del Nóbel, planteó a
fines del siglo XIX la teoría de panspermia, vocablo que usó para
explicar el origen de la vida en la Tierra, y que esta pudo haber sido
trasladada del cosmos. La ciencia oficial del siglo XX hizo caso omiso
de esa hipótesis. Pero ahora, muchos físicos teóricos en Europa y en
Rusia se ocupan activamente del problema del “traslado” de la vida a
nuestro planeta, refutando la teoría “oficial” de que la Tierra es el
centro del mundo, y de que todo el Universo gira en torno a ella. En
Rusia, la teoría del origen extraterrestre de la vida fue fundamentada
por investigadores del Instituto de Espectroscopia de la Academia
Nacional de Ciencias.
Desde el punto de vista
filosófico, es posible suponer que los planetícolas se empeñan en
continuar su vida, y en transmitir los conocimientos acumulados. De ahí
que, para los seres de otros planetas sería mucho más útil el envío al
espacio circundante, dentro de los límites de la Galaxia, cientos de
toneladas de biomoléculas, microcápsulas de ADN con toda la información
del tipo de vida a la que pertenecen. Dicha forma de intercambio de
información es útil también desde el punto de vista energético. Las
partículas con ADN, enviadas al cosmos a una velocidad sideral de
decenas de kilómetros por segundo, se propagan en la galaxia en unos
cuantos millones de años, un plazo “ideal para la percepción”. Y por el
contrario, una señal electromagnética, que se desplaza con la velocidad
de la luz, se propaga demasiado veloz y contiene muy poca información.
Naturalmente
que, una parte de los “mensajes” se perderá: quedarán atrapados por el
campo de gravitación de las estrellas y se quemarán, una parte se
destruirá con las explosiones de las estrellas supernueva, pero una
cuota determinada puede llegar a planetas de condiciones más favorables,
del tipo de las terrestres. Si el planeta resultase adecuado, la
bioseñal del mensaje no se perderá para siempre. De caer por ejemplo al
agua de una temperatura determinada, la “señal” comienza a
desarrollarse. El ADN entraña una información colosal: ciento nueve
unidades del código genético de cuatro “letras”, los nucleótidos.
Resulta simplemente imaginar todas las posibles variantes de
combinaciones. Así es como aparece la vida. Los genéticos moleculares
aseveran que, solo un 5 % del ADN del hombre contiene información útil.
El 95 % restante es la parte excesiva del ADN, ocultan el misterio del
origen de la vida, incluida la información útil y necesaria para el
desarrollo de la humanidad. Al parecer, para alcanzar su nivel de
desarrollo podríamos llevar a cabo la misma operación de propagación de
la vida en la galaxia para los siguientes millones de años.
Un
testimonio importante más de que la vida en la Tierra fue “trasladada”
del cosmos: las últimas investigaciones microbiológicas del Instituto
Nacional de Medicina Espacial revelan que, la vida surgió de inmediato,
en cuanto se dieron las condiciones necesarias. Si tomamos en cuenta
que, no es mucha la diferencia entre la edad establecida del primer gen
en la Tierra, o sea, de tres mil ochocientos millones de años, y la edad
geológica de formación de la Tierra, a saber, de cuatro mil seiscientos
millones de años, nosotros con ustedes seríamos extraterrestres o planetícolas de pura cepa...
Autor: Andrei Kisliakov
http://spanish.ruvr.ru
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