lunes, 14 de mayo de 2012

Nuevas “Tierras” fuera del sistema solar

 Nuevas “Tierras” fuera del sistema solar

© Foto: ru.wikipedia.org/Lucianomendez/cc-by-sa 3.0
Autor: Olga Zakutniaya

El telescopio espacial Spitzer de la NASA capturó la radiación de un planeta lejano que es tan sólo ocho veces más grande que la Tierra.

El avance de los instrumentos de observación astronómica ha facilitado muchísimo el estudio de planetas fuera del sistema solar. La Agencia Espacial de Rusia también pretende incorporarse a este proceso, pero los detalles de su respectivo proyecto todavía están por aclarar.
El planeta estudiado por un grupo internacional de astrofísicos se encuentra relativamente cerca de la Tierra. Gira alrededor de la estrella 55 Cancri y se denomina 55 Cancri e, porque es el quinto de su sistema. Es el cuerpo más próximo a su estrella, tarda unas dieciocho horas en darle una vuelta completa y le muestra siempre la misma cara, como la Luna a la Tierra. Según datos de las observaciones, la temperatura del lado alumbrado del 55 Cancri e supera los dos mil grados Kelvin.
El estudio, cuyos resultados serán publicados en la revista Astrophysical Journal, tenía por objeto detectar la radiación infrarroja del propio planeta. Como la observación directa era imposible, se aplicó el método de observación inversa, cuando el planeta estuvo eclipsado por su estrella. Los resultados obtenidos en la observación corroboran la hipótesis de que el 55 Cancri e es, lo más probablemente, un planeta con un núcleo pétreo envuelto en una atmósfera extremadamente rarificada o agua en estado supercrítico, en el que no se distinguen el gas y el líquido.
El trabajo hizo posible precisar los parámetros de la orbital del planeta necesarios para entender su estructura interna.

Los autores del estudio suponen que su metodología sirve para investigar también otros exoplanetas. Si el telescopio Spitzer se utilizaba antes para estudiar principalmente los Júpiteres calientes (gigantes gaseosos muy próximos a sus respectivos soles), los instrumentos orbitales de reciente generación y, en primer término, el telescopio James Webb de la NASA, permiten estudiar planetas como el 55 Cancri e. A éstos últimos se les aplica también el término de súper-Tierras, porque son sólo unas pocas veces más grandes que nuestro planeta y tienen un núcleo sólido.
El objetivo más importante de este estudio ha sido detectar la presencia de vida en sistemas planetarios ajenos, aunque también era interesante compararlos entre sí y con nuestro propio planeta. De esta manera, los científicos llegan a entender cómo se han ido formando los cuerpos celestes y si existen leyes generales que regulen este proceso.

Ahora que se descubren cada vez más exoplanetas, se observa un verdadero boom de investigaciones científicas en esta materia. Desde 1992, han sido detectados más de setecientos cincuenta planetas, si contamos solamente los casos confirmados. Y el novedoso telescopio Kepler de la NASA, recién colocado en órbita, permitirá encontrar miles de objetos similares.
La simple “captura” de un exoplaneta ya no es suficiente. La gracia es conocer sus características. Los científicos deben disponer de instrumentos de muy alta precisión para lograrlo. La sensibilidad de los telescopios debe permitirles el monitoreo de objetos muy pequeños y distantes.
El estudio de exoplanetas ya ha traído numerosas sorpresas. Resulta que los sistemas planetarios tienen estructuras diferentes y no son todos iguales al nuestro, como antes suponíamos. Si en nuestro caso los gigantes gaseosos están más alejados del Sol que los enanos pétreos, hay no pocos sistemas donde la situación es totalmente al revés. Nuestras ideas de la evolución de sistemas planetarios (basadas fundamentalmente en el único caso de nuestro propio sistema solar) resultan, por lo tanto, equivocadas.

El estudio de exoplanetas es parte de la estrategia de investigaciones espaciales de Rusia hasta el año 2030. Según este documento, las respectivas observaciones están programadas para el período de 2025 a 2030. Lamentablemente, los detalles del proyecto no se explican. A estas alturas, Rusia carece de telescopios espaciales capaces de solucionar este tipo de tareas, ni tampoco tiene planeada su construcción. Por otro lado, la práctica internacional demuestra que la concepción, el diseño y la construcción de un ingenio de ese tipo normalmente llevan diez años. A lo mejor, se supone usar observatorios terrestres. Además, en los más de quince años que aún faltan para el 2030, las búsquedas e investigaciones de planetas extrasolares pueden convertirse en un tema rutinario.

http://spanish.ruvr.ru

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