Una investigación confirma que las nubes de tormenta emiten cientos de miles de pulsos de radio fuertes y cortos inmediatamente antes de la caída de un rayo
Desde los albores de la humanidad el origen de los rayos es
un enigma para el hombre, que atribuyó los relámpagos a la cólera de
los dioses. ¿Por qué las nubes adquieren carga eléctrica y cómo comienza la descarga?
Según los últimos estudios, existen dos factores relevantes: por un
lado, el agua o las pequeñas partículas de hielo dentro de las nubes
(hidrometeoros); por el otro, el chorro de electrones provocado por los rayos cósmicos procedentes del espacio exterior.
Alexander Gurévich, del Instituto de Física Lébedev de
Moscú, y Anatoli Karashtin, del Instituto de Investigación Radiofísica
de Nizhni Nóvgorod, acaban de publicar en “Physical Review Letters” el
resultado de sus investigaciones tras el análisis de los datos de
interferómetro de radio registrados durante 3.800 relámpagos
en Rusia y Kazajistán. Las muestras sugieren que la combinación de
microdescargas y la influencia de los rayos cósmicos pueden estar en el
origen de los rayos. Así, las descargas de millones de voltios se
fraguarían en la interacción de los rayos del espacio con las gotas de
agua de las nubes.
Los rayos cósmicos proceden del universo profundo y se
originan a partir de los acontecimientos más violentos del Universo,
como la colisión de dos estrellas, las aún misteriosas explosiones de rayos gamma y las supernovas.
Cualquiera de estos fenómenos es capaz de acelerar las partículas
cargadas de electricidad (en su gran mayoría protones), hasta alcanzar
energías de alto voltaje. Estos rayos cruzan después la inmensidad del espacio y causan lluvias de aire cuando golpean la atmósfera superior de la Tierra. Estas lluvias transportan una gran cantidad de energía en forma de partículas ionizadas y radiación electromagnética.
Reacción en cadena
Gurévich lleva ya tiempo (desde 1992) acariciando la idea
de que estas lluvias de aire son capaces de provocar relámpagos en el
interior de una nube de tormenta. Ya entonces intuyó que las partículas
de los rayos cósmicos ionizan el aire de las nubes y generan una gran
cantidad de electrones libres. El campo eléctrico de las nubes acelera
los electrones hasta el límite mismo de la velocidad de la luz. Después,
éstos chocan con otros átomos, generando toda una “cascada” de nuevas
partículas y poniendo en marcha una reacción en cadena que termina en un
relámpago.
El estudio confirma que las nubes de tormenta emiten
cientos de miles de pulsos de radio fuertes y cortos inmediatamente
antes de la caída de un relámpago. Gracias al interferómetro, los
científicos pudieron comprobar la relación de esos pulsos de radio con
los momentos que preceden a la caída de los relámpagos.
José Manuel Nieves
ABC.es
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