Las investigaciones de White tienen por
objetivo perfeccionar la concepción del físico mexicano Miguel
Alcubierre, que en 1994 provocó animadas discusiones en el mundo
científico. El científico propuso comprimir, por decirlo así, el espacio
delante de la nave cósmica, y desplegarlo, detrás de ella. La nave se
coloca dentro de una “ampolla” de espacio encorvado y permanece inmóvil,
y por eso en su interior la gente no experimenta sobrecarga alguna. A
su alrededor pasa el propio espacio, debido a lo cual se produce el
desplazamiento. El espacio puede ampliarse y contraerse solo a una
velocidad superior a la velocidad de la luz. Esto no contradice la
Teoría de la Relatividad de Einstein porque ningún objeto dentro de una
“ampolla” en realidad no se desplaza a la velocidad de la luz.
Para
crear una “ampolla” se necesita una sustancia misteriosa, una masa
negativa, que, en pleno estado de descomposición, liberará la energía
oscura necesaria. Los cálculos hechos por los partidarios de la teoría
de Alcubierre muestran diferentes magnitudes de esa energía: el
equivalente a tres masas solares, a la masa de Júpiter. En sus cómputos
Harold White la redujo aún más, hasta setecientos kilogramos, siempre
que la “ampolla” no tenga la forma de una esfera, sino de rosca. El
físico dice que los resultados del trabajo son alentadores. Su equipo
está construyendo con ayuda de láseres un modelo en miniatura del motor
de Alcubierre, donde se distorsionaría el espacio, aunque sea por ahora
en una magnitud ínfima: una diezmillonésima parte.
En
interés de la NASA esta idea no tiene nada de extraño. En EEUU existe
asimismo la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa
(DARPA, por sus siglas en inglés), que también financia investigaciones
“no tradicionales” –indica el miembro correspondiente de la Academia
Rusa de Cosmonáutica, Andréi Ionin:
—Uno
de los principios de DARPA consiste en que se concede prioridad de
financiamiento al proyecto cuya resolución es “perpendicular” al
universalmente admitido. El que avanza en sentido contrario a las reglas
existentes tiene muchas más posibilidades de encontrar una resolución
original. Hay que respaldar este tipo de resoluciones, que parecen
fantásticas. Es algo absolutamente correcto. El Estado debe ocuparse de
ello, porque ninguna empresa privada lo hará.
El
jefe de sección del Instituto de Física Lébedev de la Academia de
Ciencias de Rusia, Oleg Dalkárov, supone que el financiamiento de
semejantes ideas es provechoso solo para sus autores y representa un
derroche de dinero:
—Diferentes
departamentos, incluso en nuestro país, financian semejante tipo de
trabajo por diferentes motivos. Uno de ellos consiste, por lo visto, en
que el grupo de expertos, escogido en dicho caso, no es demasiado
competente. Por otra parte, esto a veces les resulta beneficioso a
algunas corporaciones para obtener financiamiento. Transcurrirá cierto
tiempo, ese plazo por el que se otorgó el crédito, y el grupo se
disolverá. Y ya no volverán a retomar esa idea.
De
todos modos, ¿existe la esperanza de que se construya tal nave? Primero
hay que encontrar la manera de “domesticar” de alguna forma la masa
negativa, a la que se vincula la dispersión de las galaxias y la
ampliación del Universo. De momento los físicos están dispuestos a
discutir solo el modelo matemático y las pruebas de laboratorio
mj/rl/er
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